Las fuerzas de seguridad han asestado un nuevo golpe al cultivo ilegal de marihuana en la provincia de Sevilla. En esta ocasión, la Guardia Civil y la Policía Local de Lebrija han llevado a cabo una operación conjunta que ha culminado con el desmantelamiento de una plantación de cannabis oculta en una nave industrial de la localidad. En el dispositivo ha sido detenido un vecino de Lebrija de 31 años, que presuntamente dirigía la infraestructura clandestina.
Según fuentes de la investigación, el operativo se inició a raíz de varias denuncias anónimas que alertaban sobre la existencia de movimientos sospechosos en torno a la nave, lo que levantó las sospechas de los agentes. Tras varias semanas de seguimiento, la Guardia Civil obtuvo la orden judicial necesaria y llevó a cabo la entrada y registro en el inmueble, donde se localizaron 1.037 plantas de marihuana, muchas de ellas con una altura superior al metro y medio.
La nave albergaba un completo sistema de cultivo interior, diseñado para optimizar el crecimiento de las plantas. Entre el material incautado se encuentran potentes lámparas LED, sistemas de ventilación para el control de la temperatura, extractores de aire y fertilizantes específicos.
El arrestado ha sido puesto a disposición del Juzgado de Instrucción de Guardia de Lebrija, acusado de un presunto delito contra la salud pública. Además de la droga, los agentes requisaron toda la infraestructura de cultivo, cuyo valor supera los 20.000 euros, según estimaciones de los investigadores.
Un problema que crece: la provincia, punto caliente en el tráfico de drogas
Este nuevo golpe policial se enmarca en el refuerzo de las operaciones contra el narcotráfico que la Guardia Civil mantiene en el Bajo Guadalquivir, una zona especialmente sensible por su ubicación estratégica dentro de las rutas de entrada y distribución de droga en Andalucía.
El río Guadalquivir se ha consolidado en los últimos años como una de las principales autopistas del narcotráfico en el sur de España. A través de embarcaciones rápidas y aprovechando el complejo entramado de canales y marismas, las organizaciones criminales introducen por esta vía toneladas de hachís procedente de Marruecos, así como partidas de cocaína que llegan desde Sudamérica tras cruzar el Atlántico.
Lebrija, al igual que otros municipios de la comarca como Trebujena o Sanlúcar de Barrameda, se encuentra en un enclave estratégico dentro de esta ruta, lo que ha favorecido el auge de cultivos indoor de marihuana, un producto que muchas de estas redes mezclan con hachís para después distribuir en mercados europeos. El alto valor de la marihuana cultivada en interior, por su elevada concentración de THC, la ha convertido en un producto especialmente codiciado.
Una segunda intervención en Cañada Rosal
La operación en Lebrija no ha sido la única actuación reciente contra el cultivo de cannabis en la provincia. En paralelo, la Guardia Civil ha intervenido otra plantación en la localidad sevillana de Cañada Rosal. En este caso, la plantación se ocultaba en una cochera, adaptada para el secado y procesado de la droga.
Durante el registro, los agentes hallaron 224 tallos de cannabis colgados y en proceso de secado, con un peso total que superaba los 11 kilos de cogollos listos para su distribución. El propietario de la cochera, un vecino de la localidad, ha sido detenido por un presunto delito contra la salud pública y otro de defraudación de fluido eléctrico, al haber detectado un enganche ilegal a la red eléctrica para alimentar los equipos de la plantación.
Cultivos indoor: un negocio en auge
Las plantaciones de marihuana en interior se han multiplicado en los últimos años en el interior de Andalucía, donde muchas naves abandonadas o en desuso han sido transformadas en sofisticadas instalaciones para el cultivo de cannabis. Este fenómeno está directamente relacionado con la presión policial sobre el narcotráfico marítimo y terrestre, que ha obligado a las redes a diversificar sus métodos y a apostar por el cultivo propio como vía para mantener el flujo de droga.
Guardia Civil y Policía Nacional han reforzado en los últimos meses las operaciones en este tipo de instalaciones, conscientes de que detrás de muchas de ellas se esconden organizaciones vinculadas al tráfico internacional, que emplean a pequeños productores locales para garantizar el suministro continuo de marihuana de alta pureza.
Las autoridades recuerdan que el cultivo de marihuana no es un delito menor, ya que además de suponer un grave riesgo para la salud pública, estas instalaciones suelen estar vinculadas a conexiones eléctricas fraudulentas, que suponen un importante peligro de incendios y accidentes eléctricos, poniendo en riesgo a vecinos y trabajadores cercanos.