
Del espectáculo al desastre: el Estadio Olímpico de Sevilla sigue sin solución a su gran problema
La experiencia de miles de personas es igual: una auténtica trampa logística

El Estadio Olímpico de Sevilla: Una Trampa de Asfalto en Días de Espectáculo
Lo que debería ser una fiesta para los sentidos como un concierto multitudinario, un partido de fútbol emocionante, se transforma, en torno al Estadio Olímpico de Sevilla, en una pesadilla de accesos bloqueados, caos circulatorio y preocupantes fallos en la seguridad, sobre todo por la invasión de la carretera Ronda Super Norte.
Este destacado recinto, inaugurado en 1999 con la intención de situar a Sevilla en el mapa de los grandes acontecimientos deportivos internacionales, parece haberse quedado atrás en lo que respecta a su infraestructura de acceso y evacuación.
Un Estadio Olímpico de Sevilla encajonado
El Estadio Olímpico, ubicado en la Isla de la Cartuja, parece funcionar a contracorriente cuando se celebran grandes eventos. La falta de conexiones directas con el centro de la ciudad, la escasa fluidez de las líneas de transporte público y una oferta de aparcamiento insuficiente e informal lo convierten en una auténtica ratonera para los miles de asistentes que acuden a espectáculos como el reciente festival Puro Latino 2025.
Durante ese evento, celebrado a mediados de julio, las imágenes hablaron por sí solas: cientos de jóvenes invadiendo la calzada, caminando entre coches detenidos, atrapados en un atasco monumental que se extendió durante horas. Los servicios de emergencia, en caso de necesidad, hubieran tenido serias dificultades para acceder a la zona. No se trata de un hecho aislado: cada partido o macroconcierto repite el mismo patrón.
Aparcar es una misión imposible aunque peor es salir
Uno de los principales problemas es la falta de aparcamientos habilitados en las cercanías. Los asistentes se ven obligados a improvisar: explanadas de tierra, márgenes de carretera, rotondas o incluso pasos peatonales se convierten en zonas de estacionamiento provisional. Pero esta “solución” rápida conlleva consecuencias: desalojo caótico, atascos interminables y frecuentes conflictos con las autoridades o con otros conductores.
Además, la sensación de inseguridad es constante. Al no haber una estructura clara de organización vial ni presencia policial suficiente, los peatones deambulan por el asfalto sin protección, y los vehículos circulan sin saber por dónde avanzar ni dónde dejar el coche.
Transporte Público: Presente, pero ineficiente
Si bien existen líneas de autobús que conectan con el estadio, su frecuencia en días de evento es insuficiente. Las colas para subir al transporte público se alargan durante horas, y muchas veces los autobuses no pueden acceder a la zona por el colapso del tráfico. La falta de una línea directa de metro es una de las grandes carencias estructurales, aunque hay que recordar que, lamentablemente, Sevilla aún sólo tiene una sola línea de metro.
Una trampa para los asistentes
Durante los próximos tres años el Betis jugará allí sus partidos de fútbol y mucho deben cambiar las cosas para que, cada quince días -sin contar Europa League ni Copa del Rey- aquello no sea una "ratonera" desesperante para el público y los aficionados.
“El estadio es fantástico, pero llegar y salir es una tortura”, explica María, una asistente al concierto "Puro Latino " 2025. La experiencia de miles de personas es igual: una auténtica trampa logística. Ni las entradas están bien señalizadas, ni hay rutas peatonales seguras, ni se habilitan zonas de desahogo para facilitar la salida escalonada de los asistentes.
El Ayuntamiento de Sevilla y los responsables del Estadio Olímpico deben replantear urgentemente el modelo de movilidad del recinto. Eventos de esta magnitud no solo requieren de grandes escenarios y artistas de renombre, sino también de una logística que esté a la altura. La seguridad y el bienestar de miles de ciudadanos están en juego.
Mientras tanto, el Estadio Olímpico de Sevilla seguirá siendo, para muchos, un monumento al espectáculo atrapado en un laberinto de asfalto y malas decisiones urbanísticas.