La Sección Tercera de la Audiencia ha desestimado los recursos presentados contra una sentencia del Juzgado de lo Penal número 15, que impuso al principal acusado un año de prisión y multa, y a su colaboradora tres meses de cárcel y sanción económica, por un delito contra la salud pública agravado por el uso de sustancias altamente peligrosas para el organismo humano.
El caso pone de relieve el enorme riesgo que representa el consumo de medicamentos o suplementos adquiridos fuera de los canales médicos y farmacéuticos reglados. Según detallan las sentencias, los productos elaborados por el acusado contenían sibutramina, un principio activo cuya comercialización en la Unión Europea fue suspendida en 2010 debido a su relación directa con graves problemas cardiovasculares, incluyendo infartos de miocardio, ictus, arritmias y cardiopatías isquémicas.
Además, los análisis de laboratorio encontraron en las cápsulas otras sustancias farmacológicas como sildenafilo, tadalafilo, furosemida o bromazepam, todas ellas sujetas a estricta prescripción médica, y que en combinación pueden multiplicar los riesgos para el corazón, el sistema nervioso y otros órganos vitales. Se trata de un cóctel de compuestos potencialmente mortales, distribuidos sin control médico y sin la más mínima información de advertencia para los usuarios.
El tribunal destaca que, incluso una sola dosis de sibutramina podría desencadenar eventos cardiovasculares graves en personas vulnerables, al margen de otros efectos secundarios como hipertensión arterial severa, insuficiencia renal o hepática, cuadros neurológicos, respiratorios, e incluso alteraciones dermatológicas y hematológicas.
Producción casera y distribución ilícita
La investigación comenzó tras detectar un inusual volumen de compras de materias primas farmacológicas realizadas por el principal acusado. Agentes especializados realizaron un seguimiento de sus actividades, lo que llevó en mayo de 2016 a un registro en su vivienda de Bollullos de la Mitación. Allí encontraron un auténtico laboratorio casero: balanzas de precisión, cápsulas, sobres de envío postal, etiquetadoras y botes con sustancias en polvo, algunos marcados explícitamente como «sibutramina».
La fabricación clandestina evitaba cualquier protocolo de calidad, conservación o información sanitaria, incrementando aún más los riesgos para los consumidores. Para vender los productos, el acusado utilizaba canales informales que escapaban a cualquier tipo de regulación sanitaria.
Entre sus principales clientes estaba una peluquería de Camas, regentada por la segunda acusada. La mujer no solo adquiría los productos para su consumo, sino que los revendía a terceros desde su establecimiento, sin informarles de los efectos secundarios que ella misma había comenzado a experimentar. Esta conducta, considerada «gravemente imprudente» por el tribunal, agrava el reproche penal.
Sentencia firme y advertencia sanitaria
La Audiencia de Sevilla considera probado que tanto la fabricación como la venta se realizaron con pleno conocimiento de los riesgos que implicaba la sibutramina. Además, señala que la acusada ignoró conscientemente los efectos adversos que padeció en su propio organismo, poniéndose en peligro a sí misma y a otros consumidores.
La sentencia también rechaza la nulidad de las conversaciones telefónicas intervenidas, que sirvieron como prueba de la actividad ilícita. Las defensas no lograron acreditar ninguna irregularidad en su obtención o transcripción.
Este caso subraya, una vez más, la advertencia de las autoridades sanitarias contra la compra de productos para adelgazar fuera de las farmacias o sin receta médica. Muchos de estos productos contienen sustancias prohibidas o combinaciones peligrosas que, lejos de ayudar a perder peso de manera saludable, pueden provocar daños irreversibles o incluso la muerte.
