
Cinco rincones de Sevilla donde aún se escucha el eco de Don Juan Tenorio

Cuando llega el otoño y las calles del casco histórico se cubren de ese aire templado que anuncia noviembre, Sevilla vuelve a rendir homenaje a uno de sus mitos más universales: Don Juan Tenorio, el personaje inmortalizado por José Zorrilla en 1844.
Más que una figura del teatro romántico, el seductor por excelencia se ha convertido en un símbolo inseparable de la ciudad, un eco que resuena entre plazas, callejones y antiguos muros cargados de historia.
En estas fechas, el espíritu del Don Juan vuelve a recorrer los rincones donde la tradición sitúa su historia. Plaza de los Venerables, Plaza de la Alianza, la antigua Cárcel Real, Plaza de Santa Marta y Calle Calatrava conforman una ruta cultural que une literatura, memoria y patrimonio.
Un itinerario que invita a redescubrir Sevilla como lo hizo Zorrilla: a través de la belleza, la pasión y el arrepentimiento.
El recorrido comienza en la Plaza de los Venerables, en el corazón del barrio de Santa Cruz, donde según la tradición se ubicaba la célebre Hostería del Laurel.
Allí, Don Juan y su rival, Don Luis Mejía, sellaron su famosa apuesta sobre quién había cometido más excesos. En este espacio de duelos y provocaciones se desarrollan algunos de los momentos más intensos de la obra.
En el siglo XVI, junto a la hostería existía el callejón de los Desafíos, un estrecho paso donde los sevillanos resolvían sus disputas a espada. Hoy, aunque el bullicio de aquella época ha desaparecido, el visitante aún puede sentir la atmósfera romántica que envuelve el lugar.
El rumor de las fuentes y el empedrado antiguo parecen guardar el eco de los versos de Zorrilla: “¡Cuán gritan esos malditos!”
Plaza de la Alianza y Don Juan Tenorio
A pocos pasos de allí, la Plaza de la Alianza ofrece un respiro entre el Alcázar y la Catedral. Este rincón, con sus patios y fuentes escondidas, ha sido identificado con la casa de Doña Ana de Pantoja, esposa del rival de Don Juan. En este entorno de balcones y celosías, la historia mezcla deseo, engaño y venganza.
La plaza respira la esencia de la Sevilla barroca, donde el amor y la traición se confunden entre sombras y naranjos. Es un lugar donde parece que Zorrilla no inventó su escenario, sino que lo descubrió escuchando el latido de la ciudad.
La tercera parada lleva al visitante a la antigua Cárcel Real, situada en la confluencia de las calles Sierpes y Bruna. Allí, según el texto de Zorrilla, Don Juan es apresado junto a Don Luis tras desafiar públicamente a su padre, el Comendador de Calatrava.
Aunque el edificio ya no existe, una placa conmemorativa recuerda el lugar donde el protagonista comenzó su caída moral.
Ese punto marca el tránsito entre el exceso y la conciencia, entre la soberbia y el remordimiento. Es el inicio del camino que conducirá a su encuentro con Doña Inés, símbolo del amor que purifica y redime.
El recorrido continúa por la Plaza de Santa Marta, uno de los rincones más discretos y bellos de Sevilla. Entre sus muros encalados y el silencio de su cruz de piedra, la tradición sitúa el rapto de Doña Inés, la joven novicia que encarna la inocencia frente a la pasión.
De noche, la luz tenue de las farolas convierte este lugar en un escenario casi teatral. Quien pasea por allí podría imaginar el sonido de los cascos de los caballos o el susurro de la célebre declaración: “Doña Inés del alma mía, ved que os habla el que os adora…”.
Calle Calatrava y el convento del amor eterno
La ruta concluye en la Calle Calatrava, donde se hallaba el convento de las monjas de la Orden de Calatrava, el lugar donde Doña Inés ingresó antes de conocer a Don Juan. Aunque el edificio desapareció hace siglos, este punto conserva una profunda carga espiritual: aquí nació el amor imposible que redime al libertino y lo eleva más allá de la muerte.
Recorrer hoy esta Sevilla literaria es revivir una historia donde cada esquina evoca un verso, y cada piedra parece recordar que el mito sigue vivo. Durante estos días, la ciudad se transforma en un escenario donde la poesía y el tiempo dialogan.

