Cierra Pichardo, la emblemática tienda de disfraces de Sevilla tras 73 años de historia

Con esta clausura se pone fin a una trayectoria de 73 años que ha dejado huella en el comercio tradicional del centro sevillano

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Vista de la tienda en la Plaza de Herrera de Pichardo con una fachada llena de colores.
Entrada de la tienda Pichardo.

Sevilla se despide de uno de sus negocios más emblemáticos: la tienda de disfraces Pichardo, ubicada en la Plaza Fernando de Herrera, cerrará definitivamente a finales de 2025. Con esta clausura se pone fin a una trayectoria de 73 años que ha dejado huella en el comercio tradicional del centro sevillano.

El anuncio, que ha corrido como la pólvora desde que se colocaron los carteles de liquidación, ha conmocionado a vecinos, clientes y amantes del carnaval y las fiestas. La noticia fue comunicada el lunes por el actual propietario, Diego Díaz, a sus dos trabajadores, Raúl Bonilla y Ángeles Delgado. El cierre de debería por la falta de relevo generacional, la presión de la competencia asiática, las grandes cadenas y el progresivo vaciamiento del casco antiguo sevillano.

Una historia que comenzó en 1952

Pichardo nació en 1952 como una papelería e imprenta fundada por Diego Díaz Pichardo, padre del actual dueño, en la calle José Gestoso. Fue su esposa, Ana María Alarcón Bocanegra, quien introdujo los artículos de fiesta y las figuras para belenes que terminarían por diversificar y transformar el negocio. Lo que comenzó como un modesto proyecto familiar acabó convirtiéndose en un referente andaluz en el mundo de los disfraces.

La expansión del negocio llevó a la familia a ocupar varios locales en calles como Amparo, Sierpes o Pasaje Azahares. Con el tiempo, la tienda consolidó su oferta en dos sedes: la de Plaza Fernando de Herrera, dedicada al universo del disfraz, y la de la calle Javier Lasso de la Vega, especializada en belenes, que permanecerá abierta.

Pichardo y el disfraz como arte

Durante décadas, Pichardo fue mucho más que una tienda. Era un lugar donde la fantasía tomaba forma. Su catálogo incluye más de mil modelos de disfraces, 200 tipos de pelucas y un sinfín de accesorios. Incluso llegaron a tener sastres propios y a importar productos de ferias internacionales en Alemania, Inglaterra, Francia o Italia.

Además de vender al por menor, Pichardo también surtía a otros minoristas, como los quioscos, y era destino habitual de agrupaciones carnavalescas de toda Andalucía.

Sin relevo familiar —sus hijos trabajan en otros sectores— y con 68 años cumplidos, Diego Díaz se jubilará el próximo año. Pero su decisión también refleja un cambio más profundo. pues cada vez hay menos vecinos en el centro y más pisos turísticos siendo muy complejo sobrevivir como comercio tradicional.

Díaz no esconde su frustración ante la falta de apoyo institucional. Recuerda con amargura una multa de la Gerencia de Urbanismo por exhibir disfraces desde un balcón, a pesar de contar con permiso del propietario.

Señal del declive comercial del centro

La desaparición de Pichardo es un nuevo capítulo en el proceso de transformación del casco antiguo de Sevilla, donde los negocios históricos ceden paso a franquicias y alojamientos turísticos.

Con su cierre, la ciudad pierde un pedazo de su memoria colectiva, un símbolo de creatividad y dedicación, y una referencia para generaciones de sevillanos.

Queda, sin embargo, el recuerdo de miles de disfraces que hicieron soñar a niños, jóvenes y adultos durante más de siete décadas. Y la certeza de que, aunque baje la persiana, el legado de Pichardo seguirá vivo en la historia del comercio local.