Edificio de ladrillos y puertas color rojizo de Centro de Salud del Cerro Amate.
Entrada del centro de salud Cerro Amate.

Cerro Amate, el barrio sevillano que hace cola de madrugada para ver a su médico

Vecinos denuncian falta de pediatras, déficit de centros de salud y colapso en la atención primaria

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En el distrito sevillano de Cerro Amate, conseguir una cita médica se ha convertido en un auténtico problema. Vecinos de todas las edades, especialmente personas mayores y familias con niños, se ven obligados a hacer cola desde la madrugada frente al centro de salud para lograr ser atendidos.

La saturación de la atención primaria, unida a la falta de pediatras y al déficit de infraestructuras, mantiene en vilo a un barrio que asegura sentirse olvidado.

Los testimonios de los pacientes son coincidentes e indican que la única manera de acceder al médico de cabecera en un plazo razonable es acudir de manera presencial y esperar durante horas.

“Si no madrugas, no entras”, explican los vecinos, que denuncian que las citas telefónicas o digitales tardan semanas en asignarse, lo que en casos de urgencia resulta insostenible.

Este escenario provoca que a primera hora de la mañana las puertas del centro de salud se llenen de personas, muchas de ellas de edad avanzada y con movilidad reducida.

“Estamos enfermos y tenemos que esperar de pie en la calle, como si fuera un favor que nos hacen”, dice una persona con necesidad de ser atendido por un médico.

Un déficit histórico en infraestructuras sanitarias en el Cerro-Amate

Cerro Amate es uno de los distritos más poblados de Sevilla, pero su infraestructura sanitaria no ha crecido al mismo ritmo que su población.

Según denuncian desde colectivos de vecinos, las instalaciones actuales resultan insuficientes para atender la demanda. Muchos pacientes se ven obligados a desplazarse a otros barrios, lo que a su vez colapsa esos centros de salud.

La falta de pediatras es otro de los grandes problemas. Padres y madres aseguran que, ante la imposibilidad de conseguir cita en tiempo, deben acudir directamente a urgencias hospitalarias para que sus hijos reciban atención. Esto genera un efecto dominó ya que la atención primaria se bloquea y los hospitales se saturan con casos que podrían resolverse en el barrio.

El malestar ciudadano no deja de aumentar y con ellas las protestas, desde plataformas como Mareas por la Sanidad han logrado reunir más de 57.000 firmas para llevar al Parlamento andaluz una Iniciativa Legislativa Popular en defensa de la sanidad pública. Reclaman más personal, más infraestructuras y una gestión más ágil de las listas de espera.

Vecinos y asociaciones insisten en que la situación actual no es fruto de una coyuntura puntual, sino de un deterioro progresivo.

“Llevamos años avisando de que no hay suficientes médicos, pero nadie ha escuchado”, dicen. “Ahora la gente está desesperada. No se trata de política, sino de salud”.

Un problema que afecta a toda Sevilla

Aunque Cerro Amate se ha convertido en uno de los ejemplos más visibles del colapso, la realidad se repite en otros barrios de la ciudad. Los datos señalan que más de dos millones de andaluces siguen en lista de espera, lo que demuestra que la crisis de la atención primaria es un fenómeno extendido.

En el distrito, sin embargo, la falta de recursos se siente con especial crudeza. Las urgencias funcionan con medios limitados, las consultas externas acumulan retrasos y los vecinos perciben que la situación no hace más que empeorar.

“Esto no es calidad de vida”, afirma un jubilado que lleva semanas intentando acceder a su médico.

Los colectivos ciudadanos exigen medidas urgentes que vayan más allá de los anuncios y las promesas. Piden la construcción de nuevos centros de salud, la contratación de más personal y una estrategia clara para reducir las listas de espera.

Entre tanto, el día a día de los vecinos sigue marcado por colas interminables, citas inalcanzables y la sensación de abandono.

Para muchos, la atención primaria debería ser la puerta de entrada al sistema sanitario. Sin embargo, en Cerro Amate se ha transformado en un recorrido lleno de obstáculos que pone a prueba la paciencia y la salud de sus habitantes. Y cada mañana, la misma imagen se repite: decenas de personas esperan frente al centro de salud, con la esperanza de ser atendidas.