Camión inmovilizado por el agua en una carretera.
Carretera y paso subterráneo inundado en Sevilla.

Calles anegadas y coches flotando, Sevilla colapsa por la falta de limpieza en los tragaderos

Sevilla, bajo el agua, el caos de las inundaciones desata la indignación ciudadana por el abandono del alcantarillado

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La intensa borrasca que azotó Sevilla dejó tras de sí un panorama de auténtico caos como eran las calles inundadas, vehículos atrapados y comercios cerrados en una ciudad que parecía no estar preparada para una lluvia anunciada desde hacía días.

La escena más repetida en redes sociales y medios de comunicación era la misma: avenidas convertidas en ríos y peatones intentando cruzar calles donde el agua alcanzaba las rodillas.

Los tragaderos y sumideros, muchos de ellos taponados por hojas secas, basura o restos urbanos acumulados durante semanas, no pudieron absorber la cantidad de agua caída en pocas horas.

El resultado fue inmediato con zonas como el puente del Cristo de la Expiración, Marqués de Paradas o los accesos a Plaza de Armas se convirtieron en auténticas piscinas, paralizando el tráfico y dejando a cientos de conductores atrapados en sus vehículos.

Tragaderos colapsados, el verdadero origen del desastre en Sevilla

Según varios vecinos, el problema no fue solo la intensidad de la lluvia, sino la falta de mantenimiento del alcantarillado “no es la primera vez que pasa. Cada vez que llueve fuerte, se inunda todo porque los tragaderos no están limpios”, denunciaba Rafael Muñoz, vecino del barrio de Triana. “Basta con mirar las bocas de alcantarilla: llenas de hojas, plásticos y papeles”, añadía.

El sistema de drenaje urbano, diseñado para canalizar grandes volúmenes de agua, se vio completamente desbordado. En arterias principales como la Avenida de la Palmera o Luis Montoto, el agua cubría incluso las matrículas de los coches. Los servicios de limpieza y mantenimiento no dieron abasto ante la magnitud del desastre.

Mientras tanto, en la zona del parque Aerópolis, el arroyo Espartales se desbordó poco después de las tres de la tarde, anegando naves industriales y garajes subterráneos.

“El parking está totalmente inundado, los coches flotan dentro”, relataba Juanmi, trabajador de una empresa tecnológica del recinto. “Esto se podría haber evitado con una limpieza previa de los canales. Nadie ha venido a comprobar nada hasta que ya era demasiado tarde”, lamentaba.

Comercio paralizado y ciudadanos atrapados

En el Casco Antiguo, decenas de comercios bajaron la persiana antes de tiempo. Los que permanecieron abiertos se convirtieron en improvisados refugios para transeúntes sorprendidos por la tormenta. “Los turistas estaban empapados, buscando paraguas y chubasqueros en los bazares”, contaba Lina Herrera, encargada de una tienda en la calle Tetuán.

Los bares también fueron testigos del desconcierto. Mientras algunos aprovechaban para resguardarse y esperar que amainara la tormenta, otros observaban desde dentro cómo el agua subía sin cesar por las calles. “Esto no es solo culpa de la lluvia, es culpa del abandono”, comentaba un cliente en un bar de La Magdalena, con el agua ya rozando el umbral de la puerta.

Los semáforos apagados y los cortes de luz agravaron la sensación de descontrol. El tráfico quedó completamente paralizado en múltiples puntos de la capital. Algunos conductores, atrapados durante más de una hora, mostraban su indignación en redes sociales. “Llevo tres horas sin moverme, esto es una vergüenza”, denunciaba un usuario en Facebook.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) había advertido de la llegada de lluvias intensas desde hacía días, pero la respuesta municipal parece haber sido insuficiente. La ausencia de un plan preventivo claro y la falta de limpieza de los sumideros antes del temporal han puesto en evidencia una realidad que resulta muy incómoda: Sevilla no está preparada para las lluvias torrenciales que cada vez son más frecuentes debido al cambio climático.

La imagen final de la jornada lo resume todo con muchas calles con improvisados "ríos", coches atrapados, vecinos sacando agua de sus portales y un sentimiento compartido de impotencia. El problema no fue solo la tormenta, sino una infraestructura urbana desbordada por la falta de mantenimiento.