Descontrol de alcohol y botellas en el suelo.
Botellas en el suelo en plena "botellona".

Botellonas en Sevilla: toneladas de basura y un problema que no cesa

Solo en un fin de semana, la acumulación de basura puede equipararse a la que generan eventos multitudinarios como conciertos o partidos en el estadio

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Cada fin de semana, Sevilla despierta con una estampa que se repite en distintos barrios: calles, plazas y parques cubiertos de botellas de vidrio, bolsas de plástico y vasos desechables tras las conocidas botellonas.

Lo que por la noche es un espacio de ocio para miles de jóvenes, al amanecer se convierte en un foco de suciedad que obliga a desplegar operativos de limpieza intensivos en puntos clave de la ciudad.

Las imágenes más comunes llegan de lugares como la Alameda de Hércules, el Charco de la Pava, parque públicos -como el Magallanes- o la zona universitaria de Reina Mercedes, donde se concentran grupos numerosos de jóvenes para consumir alcohol en la vía pública.

Al día siguiente, los servicios de Lipasam —la empresa municipal de limpieza— recogen toneladas de residuos como botellas rotas, bolsas llenas de restos de comida, colillas y latas dispersas.

Solo en un fin de semana, la acumulación de basura puede equipararse a la que generan eventos multitudinarios como conciertos o partidos en el estadio.

La suciedad no solo afecta a la estética de la ciudad, sino que supone un riesgo directo para los vecinos y turistas que recorren esas zonas durante la mañana. Los cristales rotos en parques infantiles, el mal olor y la proliferación de insectos son consecuencias habituales.

Vecinos de Sevilla en pie de guerra

La convivencia se ve especialmente alterada en barrios céntricos y zonas residenciales. Asociaciones de vecinos de la Alameda y el entorno de la Macarena han denunciado en repetidas ocasiones que la botellona “convierte la plaza en un vertedero” y que cada fin de semana deben soportar ruidos hasta altas horas de la madrugada y calles intransitables al día siguiente.

El malestar no es exclusivo del centro puesto que en zonas como Los Bermejales o Triana, las concentraciones juveniles también dejan tras de sí aceras llenas de botellas y restos orgánicos. Muchos residentes aseguran que la situación ha empeorado en los últimos años, y reclaman medidas más firmes por parte del Ayuntamiento.

“Lo que empieza como una reunión de jóvenes acaba siendo un problema de salud pública”, expresan algunos vecinos, que vinculan la suciedad con la aparición de ratas y cucarachas en áreas con basura acumulada.

El esfuerzo de Lipasam tras las botellonas supone miles de euros cada fin de semana. Camiones, brigadas de limpieza y operarios trabajan desde la madrugada para devolver la normalidad a los espacios públicos.

El Ayuntamiento reconoce que el gasto anual en limpieza relacionada con estas concentraciones se ha disparado en los últimos años.

Además del coste económico, está el desgaste humano ya que los operarios deben lidiar con residuos peligrosos, desde cristales afilados hasta latas abiertas o incluso restos de mobiliario abandonado.

El problema ha puesto en el debate político local la necesidad de nuevas soluciones, ya que las sanciones económicas aplicadas hasta ahora a los participantes tienen un efecto limitado.

La “ley antibotellón”, que prohíbe el consumo de alcohol en la vía pública, se enfrenta a la dificultad de controlar concentraciones de cientos de jóvenes dispersos por distintos puntos de la ciudad.

¿Qué alternativas se barajan en Sevilla?

Entre las medidas planteadas se encuentra potenciar la oferta de ocio nocturno alternativo, con espacios controlados que reduzcan el impacto en los barrios. También se ha propuesto aumentar la presencia policial en puntos conflictivos y campañas de concienciación dirigidas a universitarios.

Algunos colectivos juveniles defienden la idea de habilitar recintos específicos para el botellón -los llamados "Botellódromos"-, como ocurre en otras ciudades, con contenedores extra y horarios limitados. Sin embargo, hasta ahora, ninguna iniciativa ha logrado erradicar el problema en la ciudad de Sevilla.

La realidad es que cada sábado y domingo la ciudad despierta con la misma imagen como es, lamentablemente, calles llenas de basura y vecinos cansados de convivir con un fenómeno que, lejos de desaparecer, sigue creciendo.