Metro de Sevilla.
Metro entrando en estación.

Bellavista exige un Metro soterrado y acusa a la Junta de Andalucía de discriminar al barrio

El barrio de Bellavista planta cara al Metro en superficie: “Es injusto y no lo vamos a permitir”

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Los vecinos de Bellavista han alzado la voz una vez más. La histórica asociación Unidad de Bellavista, encabezada por Antonio Andrade, advierte que el barrio no permitirá que el Metro de Sevilla llegue con un trazado en superficie por el bulevar, tal y como contempla el estudio informativo del tramo sur de la línea 3, que será sometido a información pública en los próximos días.

“Queremos Metro, sí, pero no en superficie”, repite Andrade, que califica la propuesta como “una discriminación” frente a otros barrios sevillanos. “En Los Bermejales el Metro irá soterrado, ¿por qué aquí no? No vamos a quedarnos de brazos cruzados”, asegura el portavoz de los vecinos, que anuncia movilizaciones y alegaciones formales para frenar el proyecto.

Bellavista no es un barrio ajeno a las reivindicaciones. Décadas atrás, sus vecinos ya lucharon sin descanso para acabar con las condiciones infrahumanas que imponía la carretera N-IV, que partía en dos la zona y provocaba numerosos accidentes mortales.

Tras años de protestas, consiguieron transformar aquella vía peligrosa en el actual bulevar pacificado, símbolo de una victoria ciudadana que costó esfuerzo, organización y vidas.

“Nos costó sudor y lágrimas conseguir que Bellavista dejara de estar partida en dos”, recordaba Andrade. “Ahora quieren volver a dividirnos con una línea de Metro que rompería el bulevar. Sería una locura para la movilidad y una injusticia con los vecinos.”

El líder vecinal insiste en que el acuerdo aprobado por unanimidad en la junta municipal del distrito en 2018 nunca contempló un trazado en superficie. “Lo que se aprobó entonces era una ampliación subterránea hasta Bellavista”, enfatiza.

Un acuerdo que nació del consenso en Bellavista

En aquella sesión del 8 de febrero de 2018, durante el mandato de Juan Espadas, el pleno del distrito Bellavista-La Palmera aprobó solicitar a la Junta de Andalucía la inclusión del barrio en la ampliación de la línea 3 del Metro.

La propuesta, presentada por el Grupo Municipal del PSOE, recibió trece votos a favor y ninguna oposición. Solo hubo seis abstenciones.

A favor se pronunciaron asociaciones vecinales, deportivas y culturales como el Club Tercera Edad, la Peña Sevillista, la Unión Deportiva Bellavista, la Asociación de Mujeres de Bellavista o el AMPA del CEIP Lora Tamayo. Todos coincidían en un punto esencial: el trazado debía ser subterráneo.

“Ahora la Junta pretende reinterpretar ese acuerdo y decir que los vecinos pedían un Metro en superficie. Eso es rotundamente falso”, como ahora denuncia Andrade.

El debate ha escalado al ámbito político. Desde el PSOE municipal califican la propuesta de la Consejería de Fomento como un “Metro de segunda”, al considerar que el Gobierno andaluz está dando un trato desigual a los barrios del sur.

“No hay motivo técnico ni económico que justifique que en Bellavista el Metro no sea soterrado como en el resto del trazado”, apuntan desde fuentes socialistas.

Por su parte, la consejera Rocío Díaz y el alcalde José Luis Sanz defienden que el proyecto “responde a las peticiones vecinales” y a criterios de una viabilidad técnica. Sin embargo, las asociaciones locales rechazan esa versión y aseguran que no han sido consultadas.

Ante esta situación, la Asociación Unidad de Bellavista ha anunciado una batería de medidas como son la presentación de alegaciones al estudio informativo, concentración vecinal y una campaña informativa para explicar el impacto del trazado en superficie.

“El barrio pidió Metro, pero no a cualquier precio”, sigue insistiendo Andrade. “No queremos un Metro que destruya el bulevar ni que nos separe otra vez. Bellavista ha demostrado que cuando se une, consigue lo que se propone.”

La nueva línea 3 del Metro de Sevilla conectará el Prado de San Sebastián con el Hospital de Valme, con doce paradas previstas en su tramo sur. Pero en Bellavista, ese proyecto que debía ser sinónimo de progreso amenaza con reabrir viejas heridas.