Balance de la Magna, entre frío y devoción, donde Sevilla funde Arte y Fe en una procesión extraordinaria

La Virgen de la Esperanza Macarena cerró el desfile con una emotiva despedida, agradeciendo por la Rosa de Oro recibida y dejando una estela de devoción

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Vista de la Virgen de los Reyes por el Paseo de Colón de Sevilla.
Imagen de la Virgen de los Reyes seguida por el Gran Poder.

La clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular dejó momentos inolvidables en Sevilla, con un magno cortejo que combinó solemnidad, belleza y un ambiente más sosegado de lo esperado. Aunque las previsiones apuntaban a una afluencia masiva, las bajas temperaturas, los controles de acceso y la amplia cobertura televisiva contribuyeron a una experiencia diferente a la anticipada. Pese a ello se estima que la afluencia de público se elevó a 700.000 personas.

Desde las primeras horas de la tarde, el intenso frío se hizo notar, afectando tanto al público como a las autoridades presentes. En la tribuna de la Maestranza, personalidades como el arzobispo José Ángel Saiz Meneses, el nuncio apostólico Bernardito Auza y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, recurrieron a abrigos para soportar las bajas temperaturas. Sin embargo, el clima no logró empañar el espectáculo, que ofreció momentos únicos en torno a algunas de las imágenes más veneradas de la Archidiócesis.

Afluencia menor y reflexión económica

Aunque las calles de Sevilla estuvieron llenas de devotos, la afluencia fue menor de lo previsto por el Ayuntamiento, que estimaba un millón de asistentes. Factores como el frío, los mensajes de precaución ante posibles aglomeraciones y la excelente transmisión televisiva de Canal Sur o 7tv, así como 101tv y PTV influyeron en esta moderación de asistentes. Además, muchos bares y restaurantes decidieron no abrir o se decidió el cierre, dejando una sensación de oportunidad perdida en uno de los fines de semana más concurridos del año en la ciudad.

El cortejo comenzó puntualmente a las 16:00 desde la Puerta de los Palos de la Catedral, con la Virgen de los Reyes presidiendo la procesión. Su nueva tumbilla y los discretos focos LED añadieron un toque de modernidad al tradicional esplendor. Uno de los momentos más emotivos fue el saludo entre las Esperanzas de Triana y Macarena dentro de la Catedral, un encuentro cargado de simbolismo y emoción.

El Señor del Gran Poder destacó con su túnica neomudéjar, una prenda que apenas ha usado en contadas ocasiones desde su estreno en 1908. La majestuosidad de esta imagen dejó una profunda impresión en los asistentes, recordando el poder de la tradición en momentos extraordinarios.

El importante papel de las Vírgenes de la provincia

La participación de imágenes provenientes de localidades cercanas, como Dos Hermanas, Utrera y Lora del Río, enriqueció la Magna con una diversidad estilística que encantó a los presentes. La Virgen de Setefilla, en particular, destacó por su singularidad y el entusiasmo que generó. No se originó ninguna pelea como algún medio desinformado publicó, sólo era el cambio en las personas que deseaban portar a la singular y exquisita Virgen loreña. Destaco también la sobriedad y buen hacer de la Virgen de Valme y Concepción.

La Virgen de la Esperanza Macarena cerró el desfile con una emotiva despedida, agradeciendo por la Rosa de Oro recibida y dejando una estela de devoción. La procesión concluyó cerca de las 23:30 h., cuando la Virgen de los Reyes regresó a la Catedral, marcando el fin de una jornada que quedará grabada en la memoria colectiva.

Un balance positivo, pese a las circunstancias

A pesar de las dificultades climáticas y la moderada asistencia, el magno cortejo fue un éxito de organización y espiritual. Sevilla demostró una vez más su capacidad para fusionar tradición, arte y fe, ofreciendo un espectáculo que, aunque menos multitudinario, no perdió un ápice de su esplendor. Para quienes lo vivieron, fue una ocasión irrepetible; para quienes lo vieron desde casa, una ventana a la grandeza cofradiera de la ciudad.