En ocasiones las personas pueden vivir situaciones realmente complejas y difíciles, de esas que ponen en jaque la comprensión y que hacen, igualmente, que se replanteen lo que creía como normal. Personas que no creen en hechos inexplicables y que, sin embargo, se ven metidos de lleno en uno de ellos.
Es lo que le ocurrió a Andrés Santos cuando decidió pasar un fin de semana de acampada en la Sierra Norte de Sevilla. “Quería ir a ver una pequeña aldea minera en la zona, entre Constantina y Las Navas de la Concepción. Allí además hay cuevas y una zona de “bosque” muy denso, me gusta mucho”.
Acampada por los insólito
No obstante nuestro protagonista, hablando con unos amigos, se enteró que en el pueblo la gente decía que “la aldea estaba encantada y que pasaban cosas raras. Yo no he creído nunca en termas de miedo ni en historias de terror, he pasado mucho tiempo en otros sitios de acampada, en el bosque, y jamás me ha pasado nada de nada pero bueno, en este caso me hablaban de extrañas desapariciones que habían ocurrido en el pasado en ese mismo sitio y, por eso no era el punto donde pasar la noche”
Incluso “me hablaron de un programa que se hizo de Canal Sur, de la televisión, en esta zona donde les pasaron cosas y demás, no era un programa tuyo, era de “Tierra de nadie”, que tiene ya muchos años, pero yo ni cuenta, me sonaba todo al montaje de la tele y que ya estamos acostumbrados. Yo seguí con mi idea y dejé el coche aparcado y comencé la caminata y a elegir el sitio que, dicho sea de paso, es espectacular” me explicaba.
“Una vez instalada la tienda y demás comencé a hacer fotografías, que es algo que me gusta mucho, estos sitios tienen mucho encanto. Bueno, estando allí de noche ya comencé a sentir una extraña presencia, como si alguien me estuviera siguiendo».
«Giré la cabeza para mirar, pero no había nadie allí. Continué caminando, pero la sensación no desapareció. Entonces, decidí regresar a la aldea, pero me di cuenta de que estaba perdido. Ya entrada la noche aquel sitio se volvió más oscuro y siniestro. A lo lejos vi una luz tenue, que parecía provenir de una pequeña cabaña de las que hay allí” decía aun estremeciéndose.
Experiencia aterradora
Andrés se acercó a la cabaña y llamó a la puerta. No hubo respuesta, pero la puerta se abrió sola, entró y encontró una habitación oscura y polvorienta. No había ni rastro de la luz “ahí me comencé a poner nervioso, sobre todo porque me intranquilicé mucho al no saber bien donde estaba. Luego fue cuando vi, fuera de la cabaña, una serie de sombras que se movían».
«Me dio miedo y preferí salir fuera que siempre tendría más opciones de escapar. Cuando llegué a una zona más alta fue cuando vi, en un claro, a una serie de personas vestidas con túnicas negras, que estaban realizando un ritual. Había un altar y repetían unas palabras que no entendía por la lejanía pero se escuchaba el murmullo. Me dio miedo, la verdad”.
«Sinceramente temí que pudiera ser una secta satánica o un ritual con sacrificio humano, a mí se me fue la cabeza a eso y me puse nervioso. Cogí el móvil para llamar a la Guardia Civil pero no había cobertura y, para colmo, estaba sin batería, extraño porque siempre la llevo hasta arriba y suelo llevar baterías externas, pero estaba agotada. Aquellas personas vestidas con túnicas comenzaron a entonar un cántico y fue entonces cuando se desvanecieron, de repente donde había nueve personas con túnicas no había ni gente, ni luces tipo antorcha ni nada de nada” recuerda.
“Bajé a la zona y vi como un altar de piedra. Decidí salir de allí, lo que había visto era muy extraño, regresé en estado de shock, lo reconozco. Luego me dio miedo estar allí en la aldea abandonada o que pudieran volver esos personajes tan oscuros. Mira, recogí y me fui de allí, era tarde, eran las doce y pico de la noche. Luego lo comenté con mis amigos y me dijeron que allí se hacían rituales y que se cuentan muchas historias pero de fantasmas como los que yo vi nada de nada. Es muy extraño y pasé miedo, desde entonces no salgo solo de acampada” concluía.
¿Qué le pasó a Andrés? Es difícil poder saberlo pero, desde luego, una visión extraña de seres que no existían y que se desvanecieron delante de sus ojos de forma inexplicable.