La tragedia del incendio de los Almacenes Vilima

Aquella madrugada, marcada por el olor a humo y la desesperación, dos hombres dejaron su vida como fueron Joaquín del Toro y Francisco Rivero, dos bomberos que entregaron su vida en el intento de salvar la de otros

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Imagen de los Almacenes Vilima.
Mítico "Zafarrancho Vilima".

En la memoria histórica de Sevilla, una tragedia quedó grabada para siempre. Fue la noche del 27 de julio de 1968 cuando el fuego arrasó los históricos Almacenes Vilima, ubicados entre la Plaza de la Encarnación y la Plaza del Pan, en la calle Lagar y calle Córdoba.  Aquella madrugada, marcada por el olor a humo y la desesperación, dos hombres dejaron su vida como fueron Joaquín del Toro y Francisco Rivero, dos bomberos que entregaron su vida en el intento de salvar la de otros.

Del Toro y Rivero, padres de familia y ejemplo de vocación, acudieron a la llamada de auxilio sin dudarlo, aunque esa noche no les correspondía estar de servicio. Mientras sus 28 compañeros luchaban contra el incendio, ellos se enfundaron sus trajes y se lanzaron al infierno que consumía los populares almacenes. El fuego no daba tregua, y muchos bomberos ya regresaban del interior del edificio con quemaduras. En su afán por colaborar, Joaquín y Francisco se adentraron en el caos, pero no salieron con vida. Según las crónicas de la época, murieron sepultados bajo los cascotes que cayeron en el fragor del combate contra las llamas.

Ambos eran pilares de sus familias. Del Toro, de 40 años, y Rivero, de 36, dejaron atrás a nueve hijos, sumidos en el duelo y la incertidumbre económica. Además de su labor en el cuerpo de bomberos, trabajaban como socorristas en Piscinas Sevilla para complementar sus ingresos y sustentar a sus familias, que vivían en los humildes barrios de Las Candelarias y Los Pajaritos.

El recuerdo de Sevilla a los héroes

En honor a su valentía, el pleno municipal aprobó bautizar con sus nombres una plaza cercana a la Estación de Cádiz. Tras muchos años de olvido, se inauguró la Plaza de los Bomberos Del Toro y Rivero, en honor a los bomberos fallecidos en el incendio de los Almacenes Vilima.

La historia de estos hombres es un recordatorio de los sacrificios que, a menudo, pasan desapercibidos. Vocacionales hasta el final, Del Toro y Rivero simbolizan el espíritu de servicio y el compromiso, incluso más allá de sus responsabilidades oficiales. Sus vidas se apagaron entre las llamas, pero su memoria debería brillar en la plaza lleva sus nombres.

Sevilla, una ciudad que tantas veces exalta su historia y sus héroes, pagó la deuda moral con estos dos bomberos, la memoria de Joaquín del Toro y Francisco Rivero ocupa un lugar destacado en el corazón de la ciudad que protegieron con su vida.