La Torre del Oro, un símbolo de la Historia de Sevilla

A lo largo de su historia, la torre ha desempeñado diversas funciones. Además de su papel defensivo, ha servido como prisión, atalaya y faro

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La Torre del Oro junto al puente de Los Remedios.
Vista de la Torre del Oro junto al Guadalquivir.

Junto al río Guadalquivir encontramos, perenne, a la Torre del Oro, una  construcción símbolo de la ciudad hispalense, ha sido testigo de siglos de Historia, desde su época como torre defensiva en la Edad Media hasta su actual papel como museo naval.

Sus orígenes se remontan a la época almohade, entre los años 1220 y 1221. Inicialmente, solo contaba con dos cuerpos dodecagonales, pero en el siglo XIV, Pedro I añadió un tercer cuerpo, y en 1760, tras el terremoto de Lisboa, se reforzó la cimentación.

Su nombre, Torre del Oro, se debe al brillo dorado que emanaba de su recubrimiento original, una mezcla de mortero de cal y paja prensada. Con sus 36 metros de altura y 15 metros de diámetro en la base, la Torre del Oro se convirtió en una pieza clave de la defensa de la ciudad.

A lo largo de su historia, la torre ha desempeñado diversas funciones. Además de su papel defensivo, ha servido como prisión, atalaya y faro. En 1944, se convirtió en la sede del Museo Naval de Sevilla, donde se exhiben piezas relacionadas con la historia marítima de España.

Declarada Monumento Histórico-Artístico en 1931, la Torre del Oro ha sido restaurada en varias ocasiones, la última en 2005. Hoy en día, es uno de los monumentos más emblemáticos de Sevilla y un punto de referencia obligado para cualquier visitante de la ciudad.

Un paseo por sus diferentes cuerpos ofrece una perspectiva única de la ciudad y del río Guadalquivir. Desde lo alto, se puede disfrutar de unas vistas panorámicas impresionantes del casco histórico, la Catedral y la Giralda.

La Torre del Oro: Un viaje a través del tiempo

A lo largo de su historia, la torre ha desempeñado diversas funciones. Además de su papel defensivo, ha servido como prisión, atalaya y faro. En 1944, se convirtió en la sede del Museo Naval de Sevilla, donde se exhiben piezas relacionadas con la historia marítima de España.

En 1248, la flota castellana, bajo el mando del almirante Ramón de Bonifaz, rompió el puente de barcas que unía Sevilla con Triana, permitiendo la toma de la ciudad por parte de Fernando III de Castilla. Este hecho quedó inmortalizado en los escudos de varias poblaciones del norte de España.

Leyendas y realidades

La cadena: Contrariamente a la creencia popular, no existió una cadena que uniera la Torre del Oro a otra torre en la orilla opuesta del río. Las cadenas que se mencionan eran las que mantenían unidas las naves del puente de barcas. La cadena/s se encontraba en otra localización diferente a esta.

El tesoro: Si bien se dice que Pedro I guardaba oro y plata en la torre, lo cierto es que el oro se almacenaba en la Casa de la Contratación y se procesaba en la Casa de la Moneda.
Superando las adversidades:

La Torre del Oro ha sufrido daños por terremotos e inundaciones a lo largo de su historia. Sin embargo, ha sido restaurada en varias ocasiones, incluyendo una importante obra en 1760 tras el terremoto de Lisboa.

Entre el auge y la decadencia

El siglo XIX estuvo marcado por una serie de transformaciones para la Torre del Oro, que pasó por momentos de esplendor y otros de decadencia.

Nuevos usos y ocupantes:

1815: La torre pasa a manos de la Compañía de Navegación del Guadalquivir.

1821: El Ayuntamiento la alquila a la Corona por un precio simbólico.

1822: Se instalan las oficinas de la capitanía del puerto y el fielato del muelle.
1825: Se abren nuevos arcos en la muralla para mejorar el tránsito.

1870: La Marina asume el usufructo de la torre, utilizándola como comandancia y capitanía del puerto.

Amenazas y salvamento

1871: Se baraja la posibilidad de derribar la torre, pero gracias a la intervención de Demetrio de los Ríos y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se conserva.

1891: La Comandancia de Marina inicia una restauración que termina en 1900, supervisada por el ingeniero naval Carlos Halcón y Gutiérrez de Acuña.

Siglo XX: Entre la restauración y el museo

El siglo XX trajo consigo una serie de intervenciones para recuperar el esplendor de la Torre del Oro, además de su conversión en museo.

1935: El coronel de ingenieros José Emilio Díez Hidalgo elabora un proyecto de rehabilitación.

1942-1944: Se lleva a cabo una profunda rehabilitación de la torre.

1944: Abre sus puertas el Museo Naval de Sevilla, con Julio Guillén Tato como primer director.

1992: Se realizan obras de restauración, enfocándose en la reposición de merlones y la impermeabilización de las terrazas.

2005: Se lleva a cabo una nueva restauración de la torre.

2021: Correos emite un sello conmemorativo por los 800 años de la Torre del Oro.

Inspiración para artistas y escritores

La Torre del Oro, símbolo de Sevilla, ha trascendido su función como torre defensiva para convertirse en musa de artistas y escritores a lo largo de los siglos. Su imponente figura ha sido plasmada en obras de literatura, pintura y grabado, perpetuando su legado en la memoria colectiva.

En el verso y la pluma

Juan de la Cueva, en su poema épico «La conquista de la Bética» (1603), narra las hazañas de la reconquista de Sevilla, donde la Torre del Oro se erige como testigo de la historia.

Miguel de Cervantes, en su ingeniosa novela «Rinconete y Cortadillo» (1613), describe con maestría el bullicio del entorno de la torre, retratando la vida cotidiana de la Sevilla del Siglo de Oro.

Lope de Vega, maestro del teatro barroco, menciona la torre en sus obras «El amante agradecido» (1618) y «El Arenal de Sevilla» (1618), ambientando sus historias en los rincones más emblemáticos de la ciudad.

Luis Vélez de Guevara, en su obra satírica «El diablo cojuelo» (1641), utiliza la torre como escenario para sus mordaces críticas a la sociedad sevillana.

En el lienzo y el grabado

El duque de Rivas, en su drama histórico «El Alcázar de Sevilla» (1834), recrea la leyenda de Pedro I y su amante Aldonza Coronel, con la torre como telón de fondo de su trágica historia.

Francisco Villaespesa, poeta modernista, le dedicó un soneto en su poemario «Panderetas sevillanas» (1914), capturando la belleza y el encanto de la torre en versos alejandrinos.

Gerardo Diego, figura clave de la Generación del 27, la inmortaliza en sus poemas «Torerillo en Triana» (1926) y «Luz de Sevilla» (1964), impregnando sus versos con la luz y la atmósfera de la ciudad.

Más allá de las palabras e imágenes

La torre aparece en una maqueta de Sevilla del siglo XVI, flanqueada por las santas patronas Justa y Rufina, en el retablo mayor de la catedral de Sevilla.

Un óleo del Maestro de Moguer en la iglesia de Santa Ana en Triana la muestra junto a las santas y una vista de la ciudad.

La Academia de Bellas Artes de San Fernando conserva un cuadro de Juan de Espinal, «Alegoría de la pintura sevillana» (1770-1775), donde la torre se erige como símbolo del arte sevillano.

Un icono presente en grabados y acuarelas

David Roberts, pintor paisajista británico, la capturó en dos ocasiones en 1833, una de ellas en una aguada que se conserva en The Morgan Library & Museum de Nueva York.
La torre también está presente en grabados y acuarelas de artistas como Pedro de Medina (1548), Ambrosius Brambilla (1585) y Pedro Tortolero (1738), entre otros.

La Torre del Oro, más que una construcción histórica, es un símbolo cultural que ha inspirado a artistas y escritores de diferentes épocas. Su imagen, plasmada en obras de diversa índole, nos recuerda su importancia como referente de la ciudad de Sevilla y como patrimonio cultural de España.