Escondida entre las estrechas calles del casco antiguo de Sevilla, la Plaza de Santa Marta es un verdadero tesoro. Su nombre rinde homenaje al antiguo hospital que allí se erigió en 1385, hoy reconvertido en el Convento de la Encarnación. Este rincón sevillano ha sido testigo de la historia de la ciudad y ha albergado a personajes ilustres como Mateo Vázquez de Leca y José Torres Padilla, cuyos rostros, plasmados en cerámica, adornan las paredes de la plaza.
Hasta hace unos años, los domingos por la mañana, la plaza se llenaba de vida gracias a un mercadillo de sellos filatélicos. Aunque este ya no se celebra allí, el espíritu de aquel encuentro sigue presente en el recuerdo de los vecinos.
El centro de la plaza estaba presidido por una magnífica cruz -ahora en restauración obligada tras un acto vandálico-, tallada en el siglo XVI por Diego de Alcaraz bajo la dirección de Hernán Ruiz el Joven. Esta cruz, que había sido trasladada desde el Hospital de San Lázaro, presentaba una doble faz: un crucificado por un lado y una piedad por el otro. Desafortunadamente, un acto vandálico ocurrido en octubre de 2023 destruyó esta joya artística. Los vecinos, consternados por la pérdida, han querido rendir homenaje a la cruz colocando una réplica hecha con flores.
Un jardín vertical
Uno de los elementos más característicos de la Plaza de Santa Marta son sus naranjos. Estos árboles, plantados en un espacio reducido, han crecido hacia arriba en busca de la luz, alcanzando alturas inusuales que superan los cinco metros. Sus copas frondosas proporcionan una sombra refrescante durante los calurosos meses de verano, convirtiendo la plaza en un oasis en el corazón de la ciudad.
Además de los naranjos, la plaza cuenta con otras especies vegetales como buganvillas y jazmines. En primavera, el aroma del azahar inunda el ambiente, creando una atmósfera mágica y romántica.
La Plaza de Santa Marta es mucho más que un simple espacio urbano. Es un lugar con historia, con alma, donde se entrelazan el pasado y el presente. Sus paredes hablan de personajes ilustres, su suelo conserva las huellas de generaciones pasadas y sus árboles nos ofrecen un remanso de paz en medio del bullicio de la ciudad.
La Plaza de Santa Marta: Escenario de un amor prohibido
Más allá de su belleza arquitectónica y su rica historia, guarda un secreto que ha alimentado la imaginación de generaciones: se dice que fue testigo de uno de los encuentros más apasionados y trágicos de la literatura española.
Según la leyenda, fue en esta plaza donde se desarrollaron algunas de las escenas más intensas de la obra de José Zorrilla, «Don Juan Tenorio». En una noche oscura y llena de misterio, el seductor Don Juan y la inocente Doña Inés se encontraron en este lugar, dando inicio a un amor prohibido que marcaría sus destinos para siempre.
El diálogo entre ambos amantes, recogido en la obra, es especialmente conmovedor. La sorpresa de Doña Inés ante la presencia de Don Juan, su lucha entre la atracción y el miedo, y la determinación del seductor de llevarla consigo, crean una atmósfera de tensión y pasión que aún hoy conmueve al lector.
La imagen de Doña Inés desmayándose en brazos de Don Juan, mientras la carta de este último queda abandonada en el suelo, ha quedado grabada en el imaginario colectivo. Este momento, cargado de romanticismo y fatalidad, ha convertido a la Plaza de Santa Marta en un lugar casi sagrado para los amantes de la literatura y el teatro.
Desde entonces, la plaza ha sido escenario de numerosas leyendas y anécdotas relacionadas con la figura de Don Juan. Algunos aseguran haber sentido la presencia de los amantes en este lugar, mientras que otros afirman haber escuchado susurros y lamentos que parecen surgir de las sombras.
En la Plaza de Santa Marta también vivió la muy querida en la ciudad, santa Ángela de la Cruz.
Hoy en día, la Plaza de Santa Marta sigue siendo un lugar mágico y lleno de encanto. Sus naranjos centenarios, su cruz de piedra y sus fachadas encaladas nos transportan a otra época, permitiéndonos imaginar los apasionados encuentros entre Don Juan y Doña Inés.
No dejes de visitar este punto, en las callejuelas del casco antiguo y de descubrir este rincón lleno de historia y leyendas. Quizás, si cierras los ojos y escuchas con atención, puedas sentir la presencia de los amantes y escuchar el eco de sus palabras.