El río Guadalquivir ha sido una arteria vital para Sevilla, impulsando su desarrollo económico y cultural durante siglos a través del comercio marítimo. Pero más allá de su papel como vía de comunicación, el río ha dejado una huella profunda en la idiosincrasia de la ciudad y sus habitantes.
En el pasado, los sevillanos disfrutaban de un refrescante chapuzón en las aguas del Guadalquivir. Zonas como Humeros, la Barqueta o la famosa Playa de María Trifulca, ubicada junto al actual puente del V Centenario, eran puntos de encuentro para familias, amigos e incluso pescadores.
Sin embargo, la Playa de María Trifulca no era un lugar para todos. Su ubicación en la orilla derecha, junto al Muelle de la Paja, la convertía en un lugar frecuentado por marineros que buscaban compañía durante su estancia en la ciudad. Las «cortesanas», como se las conocía entonces, habitaban en chozas irregulares alrededor del muelle, ofreciendo sus servicios a los hombres del mar.
Esta actividad, que incluía tanto el alterne como el acompañamiento, era especialmente popular entre los marineros norteamericanos. De hecho, era habitual ver a estas mujeres cruzando el Puente de Alfonso XII en busca de clientes, mostrando una clara predilección por los hombres de ultramar.
La Playa de María Trifulca, con su mezcla de ocio inocente y actividades más controvertidas, refleja la complejidad y las diversas facetas de la Sevilla de antaño. Un lugar donde la cultura, el comercio y la vida cotidiana se entrelazaban, dando forma a un paisaje urbano único y vibrante.
La Playa de María Trifulca ya no existe, habiendo sido reemplazada por el puente del V Centenario. La prostitución en la zona del Muelle de la Paja era una realidad durante la época, pero no definía por completo la vida y costumbres de la ciudad.
María Trifulca: Entre el ocio y la controversia a orillas del Guadalquivir
La Playa de María Trifulca, ubicada antaño junto al actual puente del V Centenario, fue más que un simple lugar de baño para los sevillanos. Su historia, marcada por la mezcla de ocio inocente y actividades controvertidas, la convierte en un símbolo singular de la ciudad.
¿De dónde viene su nombre?
Las leyendas sobre el origen del nombre de María Trifulca abundan. Se dice que una mujer llamada María, conocida por su fuerte carácter y tendencia a las trifulcas, regentaba un ventorrillo en la zona. Además de vender productos, ofrecía sus servicios como «madame», atrayendo a marineros y otros colectivos en busca de placer.
Entre los años 20 y 50, la Playa de María Trifulca vivió su época dorada. A pesar de ser un lugar con corrientes peligrosas y ahogamientos frecuentes, era un punto de encuentro popular. Sin embargo, la gran explosión en el polvorín del Regimiento de Artillería del Batán en 1941 marcó el inicio de su declive.
Intentos fallidos de recuperación
A lo largo de las décadas posteriores, figuras como el Conde de Halcón o el alcalde Alejandro Rojas-Marcos intentaron sin éxito rehabilitar la zona como playa fluvial. Incluso se planteó la construcción de una piscina fluvial en San Jerónimo, idea que nunca llegó a concretarse.
Si bien la Playa de María Trifulca ya no existe, su memoria permanece viva. El Restaurante María Trifulca, ubicado en el icónico puente de Triana, rinde homenaje a esta peculiar historia, ofreciendo a sus comensales un viaje culinario y cultural por el pasado de la ciudad.
La historia de María Trifulca nos recuerda que Sevilla es una ciudad llena de contrastes y rincones únicos. Un lugar donde la cultura, el ocio y la vida cotidiana se entrelazan, dando forma a un paisaje urbano lleno de historias por descubrir.