Cuentan que en la Sevilla del siglo XV se produjeron una serie de misteriosas apariciones que tenían como principales protagonistas a los niños del entorno de la calle Sierpes.
Misteriosa desaparición de niños en la zona
Antaño no tenía ese nombre sino que se llamada calle de los Espaderos en referencia este noble oficio, era una calle popular y transitada pero que se notaba la tristeza de haber perdido las voces de los chiquillos que solían gritar y jugar y que, ahora, todo parecía envuelto por un lúgubre silencio.
Nadie se explicaba lo que estaba pasando ni quién podía estar cometiendo esa barbarie de secuestrar a los niños y de «vete saber» lo que les sucedía.
En esas circunstancias estaba la ciudad cuando, en la cárcel, en la calle Espaderos, se encontraba un preso llamado Melchor de Quintana y Argüeso, el cual excavaba un túnel para fugarse.
Inquietante descubrimiento
Un día, en ese túnel, dio con un canal que conducía a una oquedad muy amplia en el que había esqueletos de pequeño tamaño. Parecía la madriguera de una serpiente de gran tamaño que sería, a todas luces, de la responsable de las desapariciones de los niños de la calle Espaderos.
El reo, lejos de atemorizarse, quiso pactar con el alguacil de Sevilla y las autoridades. Él facilitaba la ubicación de la madriguera para matar a la serpiente y, a cambio, obtenía la libertad.
De esa forma una «expedición» salió para dar muerte al animal, cuando lo lograron los niños no volvieron a desaparecer y se le condonó la pena a Melchor de Quintana.
Desde entonces la calle Espaderos pasó a llamarse calle de la sierpe, de la serpiente, que con el paso del tiempo pasó a simplificarse como calle Sierpes.