En el corazón de Sevilla se encuentra la historia del Hombre de Piedra. Una historia que nos habla de fe, desafío y las misteriosas consecuencias de nuestras acciones.
La Plaza del Salvador, escenario de tantos acontecimientos históricos, guarda entre sus muros el recuerdo de este singular suceso. En la esquina con la calle Villegas, una cruz de gran tamaño, conocida como la Cruz de la Culebra, marca el lugar donde se desarrollaba la taberna donde todo comenzó.
Corría el siglo XV y en la taberna de la calle Buen Rostro, un grupo de amigos disfrutaba de su compañía, ajenos a la procesión del Santísimo Sacramento que se aproximaba. Al oír los rezos y cánticos, los parroquianos salieron de la taberna para arrodillarse ante la Sagrada Eucaristía, como era costumbre en la época.
Entre ellos se encontraba Mateo «el Rubio», un hombre conocido por su arrogancia y su falta de fe. Al ver a sus compañeros arrodillados, se burló de ellos y con soberbia proclamó: «¡Yo no me arrodillaré ante nadie! ¡Me quedaré de pie siempre!»
En ese preciso momento, un rayo divino descendió del cielo y golpeó a Mateo, petrificándolo de pie hasta las rodillas. Su cuerpo se convirtió en piedra, un monumento a su desafío y un recordatorio para las futuras generaciones del poder de la fe.
La calle Buen Rostro cambió su nombre a Calle Hombre de Piedra, en honor a este desafortunado personaje. Con el paso del tiempo, la estatua se desgastó, pero la leyenda se mantuvo viva en la memoria del pueblo sevillano.
La Leyenda del Hombre de Piedra nos recuerda que nuestras acciones tienen consecuencias, y que desafiar lo divino puede tener un precio muy alto.
Más allá de la leyenda
La devoción al Santísimo Sacramento, en la época en que se desarrolla la leyenda, la devoción al Santísimo Sacramento era una práctica central en la vida de los sevillanos. La procesión del Santísimo era un evento solemne que exigía el respeto y la reverencia de todos los presentes.
La lectura a esta leyenda es que ilustra el poder de la fe y su capacidad para transformar vidas. La fe puede ser una fuente de fortaleza y guía en los momentos difíciles. La arrogancia de Mateo «el Rubio» lo llevó a su perdición. La leyenda nos enseña la importancia de la humildad y el respeto hacia lo divino.
La Leyenda del Hombre de Piedra es un legado cultural que forma parte de la identidad de Sevilla. Es una historia que nos invita a reflexionar sobre la fe, la responsabilidad individual y las consecuencias de nuestras acciones.