La Glorieta de Bécquer, un homenaje al amor en Sevilla

Es un punto de encuentro para enamorados, un espacio para rendir homenaje al amor y un recordatorio de la obra inmortal de Gustavo Adolfo Bécquer

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El canto al amor de Bécquer.
Glorieta de Bécquer en el Parque María Luisa.

En el corazón del Parque de María Luisa, en Sevilla, se encuentra un oasis de romanticismo: la Glorieta de Bécquer. Dedicado al poeta español, natural de Sevilla, Gustavo Adolfo Bécquer, este monumento es un tributo al amor en todas sus formas, desde la ilusión hasta la pérdida.

Alejándose del bullicio de la Plaza de España, la Glorieta de Bécquer invita a la introspección y a la contemplación. Rodeada de vegetación y protegida por una reja, este espacio parece transportarnos a otra época, a la era del romanticismo que tanto marcó la obra de Bécquer.

El conjunto escultórico, realizado en mármol blanco, es una oda al amor en sus diversas etapas. En el centro, el busto de Bécquer, inmortalizado para siempre, nos recuerda su legado literario y su profunda conexión con el sentimiento amoroso.

Tres figuras femeninas destacadas

Tres figuras femeninas, talladas en una misma pieza de mármol, representan las distintas fases del amor:

La primera: Con mirada hacia arriba y expresión de anhelo, simboliza el amor ilusionado, lleno de sueños y esperanzas.

La segunda: Con los ojos cerrados y una sonrisa serena, representa el amor poseído, la plenitud del amor correspondido.

La tercera: Con la mirada baja y un gesto de tristeza, encarna el amor perdido, el dolor de una ruptura o la añoranza de un amor que ya no es.

Un símbolo de Sevilla

La Glorieta de Bécquer se ha convertido en uno de los lugares más emblemáticos de Sevilla. Es un punto de encuentro para enamorados, un espacio para rendir homenaje al amor y un recordatorio de la obra inmortal de Gustavo Adolfo Bécquer.

“El amor que pasa”, dice: “Los invisibles átomos del aire / en derredor palpitan y se inflaman, / el cielo se deshace en rayos de oro, / la tierra se estremece alborozada. / Oigo, flotando en olas de armonías, / rumor de besos y batir de alas;/ mis párpados se cierran…/¿Qué sucede? Dime. / –¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!”.

Rodeando el busto de Bécquer, encontramos tres figuras femeninas -ya referidas- en mármol que representan las distintas etapas del amor:

-Amor ilusionado: Una joven con la mirada baja y las manos en la falda, simboliza la timidez y la esperanza del amor naciente.

-Amor poseído: Otra mujer con la mirada hacia el cielo y las manos en actitud de oración, representa la plenitud y la dicha del amor correspondido.

-Amor perdido: La tercera figura, con la cabeza apoyada en su mano, encarna el dolor y la tristeza de un amor que ya no es.

El poema «El amor que pasa» de Bécquer

Estas tres figuras femeninas enmarcan a la perfección el poema «El amor que pasa» del poeta sevillano, donde describe la fugacidad y la intensidad del sentimiento amoroso. Dos figuras en bronce completan el conjunto:

-Amor herido: Un hombre retorciéndose de dolor, representa el lado oscuro del amor, el desamor y la desilusión.

-Cupido: El dios romano del amor, con su arco y flecha, simboliza la fuerza irresistible del amor que nos hiere y nos atrapa.

Un homenaje a Bécquer por los hermanos Álvarez Quintero

La Glorieta de Bécquer fue idea de los hermanos Álvarez Quintero, grandes admiradores del poeta. La obra fue realizada por el escultor Lorenzo Collaut Valera e inaugurada en 1911.

Un imponente ciprés de los pantanos, plantado en el siglo XIX, preside la glorieta. Este árbol centenario, contemporáneo de Bécquer, añade un toque de simbolismo y eternidad al conjunto.

La Glorieta de Bécquer es un espacio mágico donde se respira amor en cada rincón. Un lugar perfecto para reflexionar sobre este sentimiento tan profundo y universal.