La Giralda, imponente torre de casi 95 metros de altura, corona la Catedral de Sevilla, la catedral gótica más grande del mundo. Esta joya arquitectónica es un testimonio fascinante de la rica historia de la ciudad, combinando estilos y épocas en una estructura única.
Sus orígenes se remontan al siglo XII, cuando los almohades, imperio musulmán que dominaba por entonces la Península Ibérica, erigieron un alminar en la antigua mezquita de Sevilla. Esta base, de estilo almohade, forma la parte inferior de la Giralda y aún conserva hoy en día su característico diseño de ladrillo rojo.
Siglos más tarde, en el XVI y tras la reconquista cristiana, la torre experimentó una transformación radical. Se le añadió un nuevo cuerpo superior de estilo renacentista, donde se ubican las campanas. Este nuevo cuerpo, coronado por la estatua de bronce del Giraldillo, que representa el Triunfo de la Fe y funciona como veleta, le dio a la torre su altura actual y su aspecto tan reconocible.
En 1928, la Catedral de Sevilla, incluyendo la Giralda, fue declarada Monumento Nacional. Su valor histórico y cultural no pasó desapercibido y, en 1987, el conjunto del Alcázar, el Archivo de Indias y la catedral, con su imponente torre, fueron nombrados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La Giralda no es solo una torre, es un símbolo de Sevilla. Su silueta es reconocida en todo el mundo y representa la mezcla de culturas y la rica historia de la ciudad.
La Giralda recupera su color original: Un viaje en el tiempo a través de la restauración
La Giralda, emblemática torre de Sevilla, esconde un secreto bajo su capa actual de color ocre: su color original era rojo. Este sorprendente hallazgo se produjo durante las labores de restauración que se iniciaron en 2017, financiadas íntegramente por el Cabildo de la Catedral.
El oscurecimiento de la torre, debido a la contaminación, hizo necesaria una profunda renovación. Fue en este proceso cuando los especialistas, trabajando en la cara oeste en 2018, descubrieron el rojo vivo que caracterizaba a la Giralda en su origen.
Aunque sorprendente para algunos, este descubrimiento no era del todo inesperado. Obras de artistas como Murillo ya representaban la torre en este tono rojizo. De igual forma, otras pinturas, como la de Santa Justa y Rufina de Miguel Esquivel (1620), la mostraban con un color mucho más vibrante que el actual.
La meticulosa restauración no solo reveló el color original, sino que también desveló una amplia gama de tonalidades y restos de madera empleados en su construcción durante la época almohade. Entre estos tonos se encontraron ocre, amarillos, anaranjados y, con especial presencia, dorado, posiblemente vinculado a los inicios de la Contrarreforma.
Actualmente, desde abril de 2023, las obras de restauración continúan en la cara norte, la que se encontraba en peor estado.