La Feria de Abril, esa explosión de color, alegría y tradición que inunda la ciudad cada primavera, tiene una historia fascinante que se remonta a mediados del siglo XIX.
Un sueño hecho realidad
En 1846, dos visionarios regidores, Narciso Bonaplata y José María Ibarra, impulsados por el deseo de facilitar el comercio de ganado y dinamizar la economía local, concibieron la idea de crear una feria anual en Sevilla. La propuesta, apoyada por el alcalde de la ciudad, el marqués de Montelirio, encontró el beneplácito de la reina Isabel II, quien en marzo de 1847 aprobó su celebración.
Un éxito rotundo desde el inicio
La primera edición de la feria, celebrada en abril de 1847, superó todas las expectativas. Los ganaderos instalaron toldos para protegerse del sol, dando origen a las emblemáticas casetas del Real de la Feria. Nobles y ciudadanos se mezclaban en un ambiente festivo y colorido, disfrutando de la música, el baile y la gastronomía. La feria se consolidó como un evento de gran relevancia económica, recaudando 400.000 duros en su primera edición.
Un símbolo de la identidad sevillana
A lo largo de los años, la Feria de Abril ha ido evolucionando, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder su esencia original. Se ha convertido en un símbolo de la identidad sevillana, una fiesta única que atrae a visitantes de todo el mundo.
Un legado para las futuras generaciones
La historia de la Feria de Abril es un relato de iniciativa, esfuerzo y pasión. Es la historia de un sueño hecho realidad que ha dejado un legado invaluable para las futuras generaciones.
De feria ganadera a fiesta popular
A medida que Sevilla crecía, la necesidad de separar el comercio ganadero del espacio de ocio se hizo evidente. En 1950, la feria se dividió en dos: el Parque de los Príncipes, dedicado al ganado, y el Real de la Feria, donde se concentraba la actividad festiva. Esta transformación consolidó la Feria de Abril como un evento social y cultural de gran relevancia.
Un incendio que marcó un antes y un después
El 21 de abril de 1964, un terrible incendio devastó 64 casetas del Real de la Feria. A pesar de la tragedia, que solo dejó un muerto y media docena de heridos, el impacto emocional fue profundo para muchos sevillanos que vieron su «segundo hogar» en la ciudad efímera reducido a cenizas.
La tragedia también sacó a relucir la solidaridad del pueblo sevillano. Las casetas que no se vieron afectadas por el incendio abrieron sus puertas para compartir espacio y amistad con aquellos que lo habían perdido todo.
Historias que forman parte de la memoria colectiva
La historia de la Feria de Abril está llena de anécdotas, momentos de alegría y también de tristeza. El incendio de 1964 es un capítulo que nadie olvida y que forma parte de la memoria colectiva de la ciudad.
A pesar de los altibajos, la Feria de Abril se ha mantenido como una de las fiestas más populares y queridas de España. Es un evento único que combina tradición, alegría y el espíritu inquebrantable de una ciudad eterna llamada Sevilla.
Las historias de la Feria, como la del incendio de 1964, son un recordatorio de la capacidad de la ciudad para afrontar las dificultades y seguir adelante. Son también un motivo de celebración y un homenaje a la esencia de esta fiesta tan singular.