Sevilla tiene muchas historias populares, a caballo entre la leyenda y la realidad, quizás, llegadas las fechas de Semana Santa, una de las que más llama la atención es la de Tomasín, el nazarenito fantasma.
La mala fortuna de Tomás
Cuenta esa misma leyenda que el pequeño Tomás vivía junto a sus padres en el barrio de San Jerónimo. Su padre trabajaba en el ferrocarril y su madre hacía las labores propias del hogar. Pero el infortunio hizo que ella cogiera las temibles «fiebres malta» y falleciera.
El padre, sabedor que no podía estar con Tomás todo el día encargó su cuidado y manutención a las monjas del convento de Santa Isabel, cercano a la calle San Luis de Sevilla.
Muy pronto el niño se ganó el corazón de las hermanas, no jugaba con los amigos y prefería ponerse un «cucurucho» de papel en la cabeza y con un palo «jugar a los nazarenos». Las hermanas le decían: «Tomás, de mayor, ¿que quieres ser de mayor?» y el siempre respondía: «Nazareno de Los Gitanos».
Ser nazareno de Los Gitanos
Las monjas, conmovidas por el comportamiento exquisito del niño y por su desgracia, decidieron hacerle una túnica de la hermandad de Los Gitanos y aquella Semana Santa meterlo en el recorrido durante un breve trayecto. SU padre le hizo una vara para que procesionara con ella.
Pero Tomasín, como ya le llamaban, enfermó con las «fiebres maltas» y murió en poco tiempo. Las hermanas quedaron muy conmocionadas y lo enterraron amortajado con la túnica de la hermandad. La vara quedó guardada en el armario de reliquias del convento de Santa Isabel.
Aquella Semana Santa pasaban cuatro nazarenos de Los Gitanos por la plaza cuando vieron salir a un niño, de no demasiada edad, del convento, llevaba una vara y pensaron que sería buena idea que lo tuvieran ellos a su cuidado.
Fenómeno inexplicable
Al doblar la esquina no vieron al niño, había desaparecido, en el suelo sólo la vara. Llamaron a la puerta del convento y les atendió la hermana portera que les dijo que no había salido nadie de allí y meno un niño, fue cuando bajó la madre abadesa y reconoció la vara: «Es la vara de Tomasín«.
Cuando fueron al armario de reliquias, que estaba cerrado, no cabían de su asombro al ver que en su interior faltaba la vara del niño.
Hoy día se dice que en Los Gitanos salen casi 2000 nazarenos más uno: Tomasín, el nazarenito fantasma.