
Tōrō Nagashi, la emotiva ceremonia japonesa en Coria del Río que ilumina el Guadalquivir cada verano
Más de cuatro siglos después del desembarco del samurái Hasekura Tsunenaga, Coria del Río mantiene viva la unión con Japón de manera única y emotiva

En el año 1614, la Historia de España y Japón se entrelazó de forma inesperada merced a la labor del franciscano recoleto Fray Luis Sotelo. Destinado como misionero en tierras del Sol Naciente, Fray Luis no solo llevó la fe católica a Japón, sino que supo ganarse el respeto del rey Vojú -Date Masamune-, que, admirado por su figura, promovió una embajada diplomática hacia España.
Encabezada por el príncipe Hasekura Rokuemon Tsunenaga, samurái de confianza del daimyo de Sendai, esta comitiva marcó un antes y un después en las relaciones entre Oriente y Occidente.
Bautizado en Sevilla como Felipe Francisco de Fachicura, Hasekura ya había demostrado su temple militar en las invasiones japonesas a Corea bajo las órdenes del taiko Toyotomi Hideyoshi en las campañas de 1592 y 1597.
La embajada nipona cruzó océanos, llegando primero a la Nueva España - lo que es el actual México-, desde donde navegaron hacia Europa desembarcando en las costas gaditanas. A través del Guadalquivir, la expedición alcanzó Coria del Río antes de continuar su recorrido por Sevilla, Madrid y Barcelona, rumbo a Roma, donde se esperaba una audiencia con el Vaticano.
El recibimiento en Sevilla fue apoteósico. Los japoneses quedaron impresionados con la arquitectura monumental de la ciudad, tan distinta de las livianas construcciones de bambú y papel de su tierra natal.
El príncipe entregó al rey Felipe III una carta del monarca japonés, cuyo ejemplar original aún se conserva en el Ayuntamiento de Sevilla. Esta comenzaba con las palabras: “Entre las naciones del mundo a la más conocida e ilustre ciudad de Sevilla”.
Aunque no se logró ningún acuerdo comercial ni político con la corona española, aquella embajada dejó una profunda huella en Andalucía. Muchos miembros de la comitiva nipona se establecieron en Coria del Río, integrándose con la población local.
De esa unión cultural y humana nació un linaje peculiar: los “Japón”. Hoy en día, más de 600 personas en la localidad llevan este apellido, evidencia viva del legado de aquella misión diplomática pionera.
Tōrō Nagashi, una celebración de luz y memoria
Más de cuatro siglos después del desembarco del samurái Hasekura Tsunenaga, Coria del Río mantiene vivala unión con Japón de manera única y emotiva. Desde el año 2017, el municipio celebra cada 15 de agosto el Tōrō Nagashi, una ceremonia tradicional japonesa que honra a los antepasados a través de linternas flotantes.
Impulsada por el alcalde Modesto González, esta fiesta tan particular se ha convertido en uno de los eventos más singulares del verano sevillano, reuniendo hasta 10.000 personas en ediciones recientes.
El acto principal consiste en depositar farolillos biodegradables con velas encendidas en las aguas del Guadalquivir, es una forma de homenaje a los espíritus de los difuntos y como deseo de paz mundial. Para que el ritual tenga validez espiritual, debe presenciarlo al menos una persona nacida en Japón.
La ceremonia se celebra en el paseo Carlos de Mesa, junto al monumento Yashiro en Orilla, también llamado "Templo de las Almas", que es una característica obra del artista japonés Kiyoshi Yamaoka. Desde allí, las linternas son llevadas en procesión hasta el río, creando una imagen de gran belleza y recogimiento.
Además del ritual, el evento se convierte en una auténtica jornada de cultura nipona, con sabrosa gastronomía japonesa, música, teatro, tiendas temáticas, photocalls y talleres para los más pequeños, donde se pueden ganar premios.
El Tōrō Nagashi no solo es un tributo a los antepasados, sino también una celebración del respeto, la memoria y la unión entre dos culturas que, hace más de 400 años, cruzaron medio mundo para encontrarse en las orillas del Guadalquivir.