Está ubicado en pleno corazón de la ciudad andaluza, es uno de los tesoros artísticos más importantes de España. Con una rica colección de obras maestras, tanto de artistas locales como internacionales, este museo se ha convertido en un destino obligado para los amantes del arte que visitan Sevilla.
El Museo de Bellas Artes de Sevilla tiene sus raíces en el siglo XIX. Fue inaugurado en 1839 en el antiguo convento de la Merced Calzada, un impresionante edificio de estilo barroco sevillano que brinda un marco excepcional para las obras de arte que alberga.
El Convento de la Merced fue expropiado en el año 1835 por la famosa desamortización de Mendizábal, lo que supuso la exclaustración y la pérdida del convento. El Museo Provincial se creó por Real Orden de 16 de septiembre de 1835.
El edificio del museo, con sus patios empedrados, columnas ornamentadas y capillas convertidas en salas de exhibición, es una obra de arte en sí mismo. La arquitectura sevillana se fusiona con el esplendor del Renacimiento y el Barroco, creando un ambiente único que transporta a los visitantes a través de los siglos.
Exhibiciones destacadas
El Museo de Bellas Artes de Sevilla cuenta con una amplia colección de pinturas y esculturas que abarcan desde la Edad Media hasta el siglo XX. Entre las obras más destacadas se encuentran las del período de la Escuela Sevillana, que incluye pinturas de grandes maestros como Bartolomé Esteban Murillo o el extremeño Francisco de Zurbarán.
Las salas del museo albergan también obras de artistas flamencos y holandeses, como Pedro Pablo Rubens y Rembrandt. Estas piezas reflejan la influencia de los maestros europeos en la pintura sevillana y muestran la importancia de Sevilla como centro cultural en la época.
Además de la pintura, el museo exhibe una notable colección de esculturas, cerámicas y artes decorativas. Cada sala ofrece una experiencia visual única, permitiendo a los visitantes sumergirse en la historia del arte y apreciar la belleza de diferentes épocas y estilos.
El Museo de Bellas Artes de Sevilla desempeña un papel fundamental en la preservación y difusión del patrimonio artístico sevillano. Sus colecciones son una valiosa fuente de conocimiento sobre la historia y la cultura de la región, y proporcionan un marco educativo para estudiar el desarrollo del arte a lo largo de los siglos.
Además, el museo organiza exposiciones temporales y actividades educativas que atraen a visitantes de todas las edades. Estas exposiciones temporales permiten al museo mantenerse relevante y atractivo para el público, al presentar nuevas perspectivas y enfoques en el arte.
El Museo de Bellas Artes de Sevilla también juega un papel destacado en la promoción cultural con exhibiciones especiales.
Además de su importancia cultural, el museo se ha convertido en un motor económico para la ciudad de Sevilla. Atrae a una gran cantidad de turistas, tanto nacionales como internacionales, que visitan la ciudad para contemplar su vasta colección de arte. Esto genera un impacto positivo en la industria turística y contribuye al desarrollo económico de la región.
El Museo de Bellas Artes de Sevilla es un verdadero tesoro artístico que enriquece la vida cultural de la ciudad y atrae a visitantes de todo el mundo. Su rica colección, su arquitectura impresionante y su papel en la promoción del arte contemporáneo lo convierten en un lugar imprescindible para los amantes del arte.
Este museo no solo preserva el legado artístico de Sevilla, sino que también lo proyecta hacia el futuro, inspirando a las generaciones venideras a apreciar y crear arte. Ahora más con la ampliación al Palacio de Monsalve, muy cercano y que hará que tenga un doble atractivo artístico.
Recomendaciones
El Museo de Bellas Artes de Sevilla alberga una amplia colección de obras maestras que abarcan diversos períodos artísticos. A continuación, se citarán algunas de las obras destacadas presentes en el museo:
La Inmaculada –La Colosal– de Bartolomé Esteban Murillo: Esta pintura representa a la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción. Es una de las obras más emblemáticas de Murillo y muestra su habilidad para representar la dulzura y la serenidad en sus personajes.
Llanto sobre Cristo muerto, de Pedro Millán: El centro y eje es el cuerpo inerte de Cristo, que José de Arimatea y Juan Nicodemo dejándolo caer sobre el sepulcro ayudándose de una sábana. Estos personajes cierran la composición rodeando a María y las Santas Mujeres.
San Jerónimo penitente, de Pietro Torrigiano: Un claro ejemplo de la Escuela italiana del Renacimiento. Fue un encargo del desaparecido Monasterio de San Jerónimo de Buenavista. Se considera como la obra maestra de este autor florentino llegado a Sevilla en 1522. Marcó una época en la escultura sevillana, definiendo la iconografía de este santo.
Calvario, de Lucas Cranach “El Viejo”: Comprada a la antigua Dirección General de Bellas Artes en 1971 forma parte de la colección permanente del Museo sevillano. Como dato curioso sirva decir que Cranach pintó varias versiones del mismo, tres de las cuales están localizadas en: National Gallery of Art de Washington de 1536, otra del mismo año que ésta de Sevilla 1538, en Yale University Art Gallery, siendo la tercera la de Staat liche Museen de Berlín (Gemäldegalerie).
Más obras destacadas
San Gregorio Magno, de Zurbarán: Es con Velázquez y Alonso Cano la clara representación del periodo de plenitud de la Pintura Barroca Sevillana del siglo XVII. Llegó a Sevilla en 1614. Habitual del taller de Pedro Díaz de Villanueva es donde conoce al granadino Alonso Cano; también del círculo de Pedro Pacheco y Velázquez, uno de los alumnos de la escuela.
Santo Tomás de Villanueva dando limosna, de Bartolomé Esteban Murillo: Es, con Valdés Leal, de los artistas más destacados de este periodo final del esplendor de la pintura barroca sevillana. La obra es un encargo del Convento de Capuchinos de Sevilla.
Santo Domingo de Guzmán, de Juan Martínez Montañés: Magnífica obra, es un retablo de la capilla del convento de Porta Coeli de Sevilla con policromía de Francisco Pacheco. Es un nexo entre el manierismo y el barroco, Martínez Montañés, es un artista admirado en su época, de gran sensibilidad y hoy es considerado el gran maestro de la imaginería sevillana.
Las Cigarreras, de Gonzalo de Bilbao: Maravillosa obra de este pintor sobresaliente, es el gran “ilustrador” de la fusión entre el realismo hispano y el impresionismo que llegaba de Francia.
La Muerte del Maestro, de José Villegas Cordero: Otro cuadro impresionante que muestra el momento en el que el cadáver del torero Bocanegra es depositado en la capilla de la Plaza de la Real Maestranza de Sevilla, herido de muerte por una cogida.
Sevilla en Fiestas, de Gustavo Bacarisas: Pintor de influencias vanguardistas de un estilo muy personal e influido por el impresionismo y el modernismo. Trabajó también como escultor, escenógrafo, o diseñador de paneles cerámicos.
Escena de familia (Niñas pobres), de Rafael Martínez Díaz: Académico de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla que en 1983. El cuadro representa la austeridad, la luz tenue que se filtra por una ventada con una tela utilizada como cortina y cuatro niñas en torno a una mesa y algunos alimentos. Es un cuadro triste que expresa los sentimientos y carestía de la posguerra.
Retrato de Jorge Manuel, El Greco: Es la única obra del Greco que tiene el museo. En el siglo XIX se pensaba que era el autorretrato del pintor, hoy se tiene más certezas que es Jorge Manuel, el único hijo del Greco.
Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer, Domínguez Bécquer: Excelente obra que tiene el museo del poeta y que fuese pintado por el hermano Valeriano. Destila Romanticismo y una carga muy pasional así como la melancolía del propio Bécquer.
Las tentaciones de San Jerónimo, Valdés Leal: De escorzo exagerado San Jerónimo se retuerce de dolor a fin de no caer en la tentación de mirar a las cortesanas que le provocan. Hay un simbolismo en la Biblia y una calavera delante que lanza el mensaje de castidad hasta la muerte.
Santas Justa y Rufina, Murillo: Las dos santas patronas de Sevilla aparecen sosteniendo la Giralda, ya que se creía que en el terremoto de 1504 la Catedral y la Giralda habían protegido a la ciudad.
Vanitas, Gysbrechts: Pura escuela flamenca del siglo XVII en Sevilla, se trata de un lúgubre bodegón que advertía a los que lo vieran sobre la vanidad de las glorias y la fugacidad del placer.
Bailaora, Antonia La Gallega, Zuloaga: Obra del pintor vasco tan unido a Andalucía y sirve el cuadro para manifestar la admiración por la mujer andaluza.
San Hugo en el refectorio, Zurbarán: Obra realizada para la sacristía de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, es el milagro, de 1084, en la Cartuja de Grenoble. Sucedió el domingo antes del miércoles de ceniza, cuando San Hugo, obispo de Grenoble, les mandó carne.
Los frailes querían permanecer en abstinencia para siempre quedando profundamente dormidos durante cuarenta y cinco días ininterrumpidos. Cuando despertaron la carne se había transformado en ceniza y se volcaron con una vida en austeridad.
Es una particular selección y recomendación -muy personal y subjetivo- de obras que ver en una pinacoteca que tiene mucho que enseñar al visitante.