En el corazón de la Semana Santa sevillana, una leyenda pervive con el aroma de la sal y el misterio del mar. La historia de la carabela inmóvil nos habla de fe, de milagros y de la profunda conexión entre Sevilla y el Nuevo Mundo.
En el siglo XVI, una carabela lista para zarpar hacia América cargaba con un tesoro inesperado: tres crucifijos destinados a las nuevas misiones franciscanas. Sin embargo, una fuerza inexplicable impedía su partida. La tripulación, desconcertada, aligeró la carga, pero solo al bajar uno de los crucifijos, la embarcación se liberó de su invisible atadura.
El viaje milagroso de los tres crucificados
Sin embargo, el viaje no sería sencillo. A la altura de la Hacienda de Valparaíso, la embarcación se detuvo inexplicablemente. La tripulación, recordando lo sucedido en el puerto, decidió dejar allí uno de los crucificados. Inmediatamente, el barco reanudó su marcha.
Más adelante, a la altura de Coria del Río, el mismo fenómeno se repitió. El barco se detuvo y la tripulación, sin dudarlo, depositó el segundo crucifijo en tierra. Solo entonces, la nave pudo continuar su viaje sin contratiempos.
Un tercer y último milagro se obró a la altura de San Juan de Aznalfarache. El barco se detuvo por última vez y el último crucifijo encontró su lugar en la ermita de la localidad.
Los tres crucificados, que datan del siglo XVI (aunque el de Valparaíso se cree que es del XVII), permanecen en los lugares donde fueron dejados. Son: el Cristo de la Vera Cruz, que procesiona en Sevilla cada Lunes Santo; el crucificado de la Ermita de San Juan de Coria, considerado el más antiguo de la provincia; y el Cristo de la Hacienda de Valparaíso.
El crucifijo que quedó en tierra se convirtió en un objeto de veneración, un símbolo del poder divino que interviene en el destino humano. La leyenda de la carabela inmóvil se integró a la tradición de la Semana Santa, recordándonos el misterio de la fe y la conexión entre Sevilla y el Nuevo Mundo.
La próxima vez que admires las procesiones de Semana Santa en Sevilla, recuerda la historia de la carabela inmóvil. La leyenda del viaje milagroso de los tres crucificados se ha transmitido de generación en generación, alimentando la fe y la devoción durante la Semana Santa. Un relato que nos habla de la intervención divina, del misterio de la fe y del destino inexorable.