Demasiado ‘niñateo’, poca vergüenza y decisiones incomprensibles en la Semana Santa de Sevilla

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Paso de la hermandad de San Benito.
Hermandad de San Benito a su paso por la Alfalfa.

La Semana Santa que estamos viviendo dista mucho de aquella que vivíamos hace unas décadas. Las calles ha sufrido una transformación y también la gente. Algunos la consideran una evolución positiva, mientras que otros la ven desnaturalizada.

La realidad es que la fiesta se enfrenta a una transformación: el sevillano que siempre ha sabido moverse en las bullas ahora son víctimas de ellas por convertirse en masificaciones sin control; el público busca espectáculo y las decisiones de las hermandades generan debate.

Ha sido un paso gradual, poco a poco caminando a una degradación silenciosa que se ha aceptado y hasta se ha ido normalizándose sin análisis, se ha ido dejando simplemente. Ejemplo de todo ellos es el lamentable espectáculo del Martes Santo cuando un grupo de energúmenos abucheó al misterio de San Benito por no tocarle una marcha en el punto en el que se encontraban. ¿Pero esto que es? ¿En qué se ha convertido la Semana Santa?

Bullas en las que se debe circular y «los nuevos» no lo hacen provocando embotellamientos, sillitas inamovibles pese a su prohibición, aforamientos imposibles, botellonas, falta de respeto y cuando se les pide paso -hasta para dar agua a un nazareno- te responden aquello de: «Yo de aquí no me muevo, pasa por otro sitio». Es lo que tenemos.

Se busca un espectáculo callejero, algo que se pueda retransmitir en un TikTok viral y, al final, la que pierde es la Sevilla cofrade por que cuatro desnaturalizados están convirtiendo la Semana Santa engendro imposible.

¿Es esta la Semana Santa que queremos?

Hay una serie de errores y preguntas a las que se debe responder con urgencia, sin esperar demasiado y buscar soluciones a:

1º.- Masificación contra recogimiento: ¿Debe primar el fervor religioso o el «turismo cofrade»?

2º.- Espectáculo contra tradición: ¿Las cofradías son un show para el público o una expresión de fe?

3º.- Respeto contra crítica: ¿Es lícito abuchear una hermandad por no cumplir las expectativas de algunos?

Es hora de reflexionar y debatir sobre el futuro de la Semana Santa y la Semana Santa que queremos. ¿Qué valores queremos preservar? ¿Qué tipo de experiencia cofrade queremos vivir?

La Semana Santa es un legado cultural y religioso que debemos proteger, nunca debe convertirse en un espectáculo vacío y frívolo para colgar en las redes sociales.

Es imperativo recobrar el fervor, la tradición y el respeto. Acabar con las «acampadas» y el consumo rompiendo la solemnidad de un momento único en un lugar único.

Excesivas medidas de seguridad en el paso a las calles

Otro error es el excesivo control en las calles por parte de la Policía Local -que sólo hace su trabajo, el que le ordenan- y que han hecho de las mismas (de las calles) y las bullas que se forman en ellas de auténticas ratoneras, a las que se le suma el incivismo de personas que lejos de andar se quedan paradas «guardando el sitio».

Hay que flexibilizar el poder andar por las calles y no encontrar vallas o policías que te desvían a un callejón sin salida. Es imposible que se tarde 30 minutos en pasar de Sagasta al Salvador por una tapón inhumano. Pero no es un caso único, se está repitiendo esta Semana Santa con mucha asiduidad. ¿O qué me dicen de las concentraciones en El Salvador -como otros años- pero con menos sentido cívico? ¿Qué está pasando con la Semana Santa? ¿Se ha convertido en un espectáculo para las masas? ¿Se ha perdido el sentido religioso y devocional? ¿Cómo recuperar la esencia de la Semana Santa? Es necesario reflexionar sobre el futuro que queremos para ella.

«Salimos que sólo son cuatro gotas»

No me olvido de las decisiones de «sacar la cofradía a la calle aunque puedan caernos cuatro gotas», las mismas cuatro gotas que se convierten en un diluvio. ¿Qué prima realmente el salvaguardar el patrimonio de la hermandad y sus titulares o el clamor y el baño de masas por sacar los pasos? Decisiones incomprensibles que dejan a imágenes con capotes, con impermeables o palios con tanta agua como una piscina olímpica. ¿Dónde está el sentido de la responsabilidad?

Se criticó a la hermandad del Cristo de Burgos por anunciar con 6 horas de antelación que no hacían estación de penitencia. Algunos, por Twitter (X), escribían y calentaban el ambiente ante la decisión, pero fue una decisión acertada sin dudas. Primó salvaguardar el cuerpo de nazarenos y los titulares. ¿Acaso aquellas hermandades que vieron sus cortejos rotos o corriendo a la catedral no hubieran deseado avisar a los hermanos con antelación de no salir? ¿Por qué se hizo? No es solo no salir, es -para el nazareno/a- ponerse la túnica, desplazarse, buscar aparcamiento, estar en la capilla esperando que el Cabildo de la «fumata blanca» con show incluido y, finalmente, volverte a casa mojado/a o salir a la calle con la hermandad y mojarte igualmente. «Para esto me quedo en casa» he escuchado mucho esta Semana Santa de nazarenos. ¿Es coherente o no?

Es prioritario recuperar el respeto, la solemnidad y el fervor que la Semana Santa siempre ha tenido y que no sea un simple show de fervor.

La Semana Santa de 2024 está pasada por agua, la misma agua que tanta falta hace y que, quizás, ahorre imágenes bochornosas en la Madrugá, quizás la misma que evite estampas de «niñateo» y poca vergüenza que ya se están viviendo o se han vivido.

Evidentemente no todo el mundo que vive la Semana Santa de Sevilla es así, es sólo una mínima parte pero que afecta a los demás, que afecta al conjunto y que ensombrece el brillo de la Sevilla cofrade y pasional. Quizás sea hora de adaptar la Semana Santa a los nuevos tiempos sin perder su esencia, otra cosa será el cómo hacerlo.

La Semana Santa y Sevilla necesita recuperar la esencia y evitar «estampas» en la calle que son sonrojantes. Un poquito de RESPETO, por favor.