Fenómenos paranormales en el Centro RETO de Sevilla

En el ala infantil, donde antaño resonaban las risas de los niños, el ambiente era más sutil, pero no por ello menos inquietante

 

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Centro RETO en Sevilla.
Centro de Rehabilitación.

El vetusto edificio, otrora bastión de esperanza y rehabilitación, está hoy sumido en un profundo silencio. Sus paredes, testigo mudo de innumerables luchas y victorias contra la adicción, guardaban ahora los secretos de un pasado desconocido. Inaugurado en los años ochenta con la noble misión de brindar una segunda oportunidad a quienes se encontraban atrapados en las garras de la dependencia, el centro había cerrado sus puertas hace años, dejando tras de sí un vacío que la leyenda y lo paranormal se apresuraron a llenar.

Con el corazón acelerado y la mente abierta a lo inexplicable, un equipo de investigadores nos adentramos en las entrañas de aquel lugar. La penumbra envolvía cada rincón, y el crujido de la madera bajo nuestros pies resonaba como un eco de tiempos pasados. Los rumores de lamentos y risas flotaban, eran audibles como un eco del pasado, alimentando nuestra curiosidad y despertando nuestros miedos más profundos.

Armados con equipos de última generación, exploramos cada habitación, cada pasillo, buscando la más mínima evidencia de actividad paranormal. Las primeras horas de la investigación transcurrieron sin incidentes notables. Los ruidos extraños y las sombras que se movían en las esquinas eran atribuibles a la malas condiciones del edificio y a los juegos de la mente. Sin embargo, cuando la esperanza comenzaba a desvanecerse, ocurrió algo que nos dejó atónitos.

En una de las antiguas salas de terapia grupal, donde alguna vez se habían compartido historias de dolor y superación, uno de nuestros dispositivos de grabación captó una voz tenue y distorsionada. Al reproducir la grabación una y otra vez, quedó claro que no se trataba de un simple ruido ambiental. Era una voz, una presencia que parecía comunicarse con nosotros. La emoción y la incertidumbre se apoderaron del grupo. ¿Acaso habíamos logrado establecer contacto con el mundo de los espíritus? La pregunta resonaba en nuestras mentes mientras analizábamos la grabación, buscando pistas que nos permitieran descifrar el misterio que se ocultaba entre las paredes de aquel antiguo centro de rehabilitación.

Extrañas sensaciones

Con cada paso que dábamos en la oscuridad de aquel edificio, la sensación de ser observados se intensificaba, como si fuerzas invisibles nos estuvieran escudriñando. Equipados con una arsenal de dispositivos nos adentramos en las zonas más recónditas del lugar. Las cámaras infrarrojas capturaban imágenes borrosas de sombras fugaces que se deslizaban por las paredes, mientras los detectores de campos electromagnéticos se volvían locos, registrando fluctuaciones inexplicables. Las grabadoras de voz, por su parte, captaban susurros y gemidos que helaban la sangre.

En un intento de establecer contacto con las entidades que parecían habitar el lugar, realizamos una sesión de ouija en una de las salas más activas. El tablero de madera, bajo la tenue luz de las velas, se convirtió en un portal hacia lo desconocido. Las letras iban formando palabras y frases que nos dejaban perplejos. Las respuestas eran crípticas, a veces inquietantes, pero siempre cargadas de una energía que nos erizaba la piel.

El ala infantil

En el ala infantil, donde antaño resonaban las risas de los niños, el ambiente era más sutil, pero no por ello menos inquietante. Juguetitos abandonados, mecedoras vacías y dibujos infantiles colgados en las paredes creaban una atmósfera melancólica y conmovedora. En ocasiones, sentíamos la presencia de niños o voces susurrando.

Con cada hora que pasaba, nuestra convicción de que estábamos ante algo más allá de lo natural se fortalecía. Sin embargo, la naturaleza de estas entidades seguía siendo un enigma. ¿Eran los espíritus de aquellos que alguna vez buscaron refugio en este lugar? ¿O eran simplemente manifestaciones de la energía residual que impregnaba las paredes?

A medida que la noche avanzaba, la sensación de cansancio y miedo se mezclaba. Habíamos cruzado un umbral, adentrándonos en un mundo desconocido y aterrador. Al abandonar el edificio, llevábamos con nosotros no solo las evidencias recogidas, sino también una profunda transformación.

La investigación paranormal en el antiguo centro de rehabilitación fue un viaje alucinante hacia las fronteras de lo desconocido. Un viaje que nos enseñó que la realidad es mucho más compleja y misteriosa de lo que imaginamos, y que la búsqueda de respuestas puede llevarnos a lugares insospechados.