Cuentan que en la Sevilla del siglo XV se produjeron una serie de misteriosas apariciones que tenían como principales protagonistas a los niños de este entorno.
Una noche llegaron al Alcázar, al Palacio, tres peregrinos que llegaban de Alemania, el rey les ofreció cobijo y ellos le quisieron hacer un regalo: una imagen de la Virgen que harían aquella misma noche.